Los animales parecen entender el concepto de la muerte; afrontar la pérdida de un animal de compañía o mascota en nuestro hogar es una asignatura pendiente para muchas familias.
Muchas especies reaccionan a la muerte de la misma manera que lo hacemos los seres humanos, que nos creemos los reyes de la creación. Nuestras mascotas son las que más nos acercan a comprender la mortalidad. Aportamos algunas claves...
Las historias que revelan la comprensión de una mascota de su propia muerte inminente no son excepcionales.
Muchas de las personas que cuidan el final de la vida de las mascotas afirman que estas tienen alguna comprensión de la situación.
Dos cuestiones nos podemos plantear al respecto ¿son capaces los animales de entender que van a morir por ellos mismos? ¿Se sienten abandonadas las mascotas cuando las ponemos en manos de un profesional de la veterinaria para que practique la eutanasia?
En los momentos finales
Algunos dueños afirman que su mascota les ha revelado que era hora de dejarlas ir y que estas adoptan una actitud de interiorización.
Lo cierto es que muchas mascotas, cuando sienten que por enfermedad o vejez la vida languidece, se alejan de las personas que aman y merma su interés por lo que pasa en la casa.
Otras veces, en cambio, algunas mascotas moribundas parecen buscar más atención de sus cuidadores o hacen cosas que nunca han hecho antes (dejar de comer o beber, dormitar todo el día, etc.).
No es fácil saber si estos comportamientos poco comunes son una prueba de que se están muriendo o simplemente están causados por el deterioro de la salud de la mascota.
Está claro que no podemos evitar interpretar las circunstancias de la mascota a través de la lente de nuestra comprensión de la mortalidad.
En el caso de los perros que mueren de viejos, en sus últimos días algunos de sus dueños afirman que descansaban mucho, comían poco hasta que interrumpieron totalmente nutrirse.
Lo que debería ser imprescindible es que los dueños y los veterinarios reconozcan cuando se acerca el final de una mascota para poderle dar todo el amor y el cuidado necesario para hacer que sus últimos días sean lo más confortables posible.
La muerte no es fácil de aceptar y a veces el proceso de morir es poco comprensible. Sin embargo, es un proceso que experimentamos todos los seres vivos por longeva que pueda ser su vida.
Así que compartir la experiencia del morir de nuestras mascotas puede ser una buena opción para luego adentrarse con buen pie en el duelo.
Las personas que han experimentado la muerte de una mascota muy querida saben que deja un vació temporal de más o menos intensidad emocional según la propia manera de ser.
La muerte de un perro o de cualquier otra mascota es uno de los momentos más tristes y dolorosos para cualquier dueño.
Si el perro ha muerto en la consulta veterinaria, el especialista probablemente le sugerirá incinerar el cuerpo del perro, ya sea en privado o con otros cuerpos de perros fallecidos.
Si el perro ha muerto en casa, puede llamar a su veterinario para seguir este mismo proceso. Actualmente también existen funerarias de animales, que además ayudan a ritualizar la perdida de la mascota.
Algunas personas optan por enterrar en algún espacio natural o incluso en el propio jardín a su mascota. En realidad, la legislación en este sentido no es clara.
Si se opta por la inhumación privada hay que cavar la fosa a suficiente profundidad para que no se produzcan olores ni otros animales la puedan desenterrar. También es recomendable que no sea un lugar situado a menos de cincuenta metros de una fuente o curso de agua natural.
En las grandes ciudades la muerte de una mascota casi siempre se gestionará por el veterinario hacia la cremación con su correspondiente tasa, pero sin que haya ritual alguno.
Actualmente existen empresas funerarias para mascotas. En Barcelona, por ejemplo, hay un tanatorio para mascotas que ofrecen salas de vela y cremación individualizada. En Madrid, otra empresa funeraria parecida da la mejor despedida a nuestra mascota. En todas ellas ofrecen servicios parecidos a los de las funerarias para humanos.
En ambos casos, aunque esgrimen la ecología, los criterios ecológicos aplicados son mínimos, disponen de urnas biosolubles; algo es algo.
Muchas personas no lo entiendan, la verdad es que los perros y los humanos crean un vínculo muy fuerte, incluso más del que a veces se puede tener con otro humano.
Así que superar el duelo de una mascota puede ser un proceso largo, que implica tiempo, aceptación y transitar por una etapa de duelo. El libro Cuando ya no estás (2021) de Laura Vidal, especialista en gestión del duelo animal, advierte que la muerte de un animal de compañía sigue siendo un momento muy duro para quienes la sufren.
En el caso de que la pérdida de la mascota se de en un hogar donde haya niñas/os, este proceso se hace más complejo. Una recomendación es que cuando la persona se sienta ya con ánimos adopte o tome un nuevo animal, que no será un sustituto, sino un nuevo amigo con el que relacionarse.
Sin embargo, según la intensidad del dolor de la pérdida, otras personas optan por no acoger a ningún otro animal de compañía.
Aunque hay algunos expertos que opinan que en realidad son también las mascotas (y no sólo los perros) quiénes escogen a su dueño. Esta visión está muy bien explicitada en la película “Tu mejor amigo, un nuevo viaje”.
Incluso hay algunas funerarias para mascotas que ofrecen asistencia psicológica para este duelo.
Aunque una mascota no es una persona, cuando nos enfrentamos a la muerte de ésta puede ser una oportunidad para hablar sobre la muerte con los más pequeños de la casa desde la naturalidad.
Evidentemente cuando adquirimos o adoptamos una mascota habría que explicar siempre que su esperanza de vida es menor que la de los seres humanos.
También habría que prevenirles que en algunos casos de determinadas enfermedades existe la posibilidad de sedar a la mascota. Una buena razón es hacerles comprender que cuando el animal ya no tiene capacidad para recuperarse, pues no comen, pierden peso y sufren, la sedación les aliviará (ya que no pueden expresarnos su dolor).
Finalmente, llegado el momento de la muerte de la mascota hay que dejar que el niño exprese sus emociones, y en todo caso le argumentaremos porqué produce dolor, por ejemplo, porque ha sido una buena mascota y la has cuidado mucho.
Hay algunos cuentos para niños al respecto, como Siempre te querré un título que puede servir para preparar a los niños frente a la pérdida de la mascota.
Dialogar con los niños sobre la muerte de un animal de compañía de la familia puede ayudarles a ordenar sus sentimientos sobre el proceso del fin de la vida.
Además, es una gran lección sobre la vida, ya que la muerte forma parte del proceso de vivir, ya que los humanos tendemos a evitar confrontarnos con la finitud de todo ser vivo que nos acompaña día a día.
Las mascotas nos escogen y si tenemos la sensibilidad de reconocer esta sintonía entre seres de diferentes especies, el camino recorrido conjuntamente se convertirá en un gran placer anímico y espiritual.
Es precisamente este sentimiento mutuo que hace que a su vez las mascotas también sufren al enfrentar en ocasiones la muerte de su "amo". Cómo en los seres humanos cada animal reacciona de manera muy diferente.
En algunos casos, hay perros que vuelven día tras día al lugar de encuentro con su dueño, dónde se han reunido durante toda la vida con él, y no salen de ese hábito incluso, a veces, mucho después de la muerte del dueño (este es el caso del perro Hachiko, cuya historia sirvió para la película Siempre a tu lado (Hachiko), remake realizado en 2009 basado en la historia real narrada en la cinta japonesa Historia de Hachiko, 1987).
En otras ocasiones, cuando muere el "compañero" de la misma especie o un humano "querido", el duelo puede convertir a una mascota en sombra de si mismo. Es por eso que puede hablarse de que las mascotas tienen una gran sensibilidad para con sus congéneres y las compañías humanas.
Interesante artículo en inglés sobre el proceso de asimilación en la pérdida de una mascota
Imágenes: fotogramas de la película Tu mejor amigo, un nuevo viaje