Las estelas discoidales vascas (hilarri), son piedras de forma circular unidas al rito mortuorio. A su vez estas piedras erguidas son el testimonio de una tradición funeraria que se remonta a la época preromana de la cultura íbera.
Son piezas de arte destinadas a la memoria colectiva, cuya función es recordar la relación entre el ser humano, el cosmos y la naturaleza. Una tradición ancestral que fue adaptándose a la simbología religiosa de cada época hasta llegar a nuestros días.
Este apunte sobre la estelas discoidales responde a que son piezas fúnebres que glosan una forma diferente de entender el memorial del difunto.
Su singularidad radica no tanto en el recuerdo concreto del difunto con nombres y apellidos, sino su simbología para transmitir una ancestral y auténtica consciencia sobre la muerte.
Es precisamente en la simbología precristiana de caracter astral donde las estelas discoidales vascas muestran su genuina visión. Una pieza memorial fúnebre digna de ser recordada y de recuperarla a día de hoy para la inhumación laica.
La estela discoidal funeraria vasca antigua es una piedra plana de caras paralelas en forma de disco, con un pie o vástago que se planta en la tierra, como si de la representación de un árbol se tratara. Dado que la mayoría de estas estelas carecen de inscripciones también se denominan estelas anepigráficas.
La estela discoidal está tallada en piedra, cuyo espesor del disco puede ser de poco menos de la mitad de un palmo a gruesos de hasta un palmo. El diámetro del disco es de poco más de dos palmos y está tallada por ambos lados. Los grabados son sobretodo en la parte discoidal, aunque en algunos casos también decoran el pie.
El material empleado es la piedra que se localiza en las cercanías de su emplazamiento. Las rocas más habitual de las estelas es la piedra arenisca, por ser fácil de tallar o la caliza, por su abundancia y dureza.
La erosión ambiental a la que quedan sometidas estas estelas plantadas al aire libre, que se rompan o los grabados se desgasten. Las estelas se orientan mirando hacia el Este, siguiendo la tradición de los ritos de origen astral.
El estudio detallado de las estelas vascas por parte de historiadores ha permitido detallar y caracterizar los grabados que decoran las estelas discoidales antiguas.
De lo que no hay duda es que sus grabados son el testimonio de la pervivencia durante los primeros siglos (antes de la implantación cristiana) de una intensa relación entre la muerte y la naturaleza que acoge al ser humano en vida.
Las estelas funerarias de Euskal Herria más antiguas están fechadas entre los siglos II a. C. y II d. C.- y se especula que son una manifestación del culto solar en los ritos funerarios ancestrales de la región. Algunos historiadores opinan que las estelas de Euskal Herria se relacioan con la tradición del druidismo íbero.
Por su forma, las estelas pueden verse como una representación de un árbol o incluso de un ser humano. En el disco (quizás la representación de la cabeza) encontramos relieves de elementos cósmicos que simbolizan elementos y ciclos de la naturaleza.
Esta inspiración de la simbología astral perdurará a lo largo de la evolución de la estela vasca durante siglos. Posteriormente, se transformará y adoptará nuevos elementos de la influencia cultural romana y cristiana.
Algunos de los símbolos nos muestran que estas estelas debían tener una función más energética que la de ser puramente un "recuerdo" del difunto. Curiosamente, sorprende que en la decoración primigenia de las estelas no aparecen ni fechas ni nombres.
Algunos estudios etnográficos argumentan que la circunferencia característica de las estelas vascas es típica en los primitivos cultos panteístas (crómlechs, dólmenes, estelas...). La simbología de tipo astral se encuentra en ya en la estela vasca más antigua que se remonta a los tiempos de la Edad del Hierro, hace unos tres mil años.
La simbología más común grabada que nos ha llegado es la de círculos, ruedas de radios rectos y curvos, orlas de dientes de sierra y cenefas de triángulos, espirales y trisqueles, trazos repetidos y lazos, lunas en fase creciente y estrellas, flores de múltiples pétalos y polígonos estrellados.
Aunque pueda parecer un elemento funerario simple, la simbología de la estela va más allá de representar la forma y el movimiento del sol, la luna y los astros con círculos, arcos, ruedas, lazos y espirales sin principio ni fin.
Algunos elementos de esta simbología ancestral se han mantenido a lo largo de más de veinte siglos: caso de los círculos de dientes y de triángulos, las flores hexapétalas y los polígonos estrellados.
Dado que las estelas se orientan hacia el Este, el sentido de estos grabados solo puede interpretarse como una contribución para acompañar al espíritu del difunto.
Una de las principales formas geométricas esculpidas en las estelas vascas primigenias, es la flor de seis pétalos o hexapétala. También encontramos la cruz de brazos divergentes curvos y las estrellas o polígonos estrellados de cinco, seis y más lados.
La estrella de cinco puntas o pentalfa es un símbolo no exento de misterio, que se relaciona con las corrientes filosóficas de carácter esotérico y ocultista como la alquimia o la astrología.
Este símbolo ilustra la perfección, ya que encierra en sus medidas la proporción áurea o divina, del número Phi ( = 1,618), cifra que se considera el patrón de la belleza, y símbolo del quinto elemento, el éter).
Otros símbolos habituales en los discos son el hexagrama o estrella de seis puntas formada por dos triángulos equiláteros superpuestos y la flor de seis pétalos.
Según los estudiosos de las estelas vascas, del conjunto de 1.150 estelas registradas, cerca de un 10 % corresponden a ejemplares con algún tipo de estrella en su decoración. El número de estelas esculpidas con pentalfas y hexagrama (aunque también se encuentran estrellas de ocho y doce puntas) se reparten casi por igual.
Artículo elaborado a partir de la información disponible en el Museu de las Estelas Vascas de Abaurrea (Abaurregainako Hilarriak), en el Museo de San Telmo de Donostia, en el libro Estelas discoidales de Euskal Herria (Editorial. Pamiela, 2011) y del blog Estelas Discoidales Vascas (en especial la entrada de 2015); también se ha consultado el libro La tombe basque (1923) de Louis Colas y el artículo sobre el escultor de estelas Pello Iraizoz en 7K (2021). Imágenes seleccionadas de diversas fuentes.