El mar siempre ha cautivado la curiosidad del ser humano. El vaivén de las olas, su música rítmica, su unión con el cielo en un mismo color invita a la calma, a la meditación o a la poesía. "El tiempo es un océano que muere en la orilla" cantó Bob Dylan.

La paz en la orilla del mar calmo contrasta con la furia de una tormenta en alta mar o con el oleaje gigante rompiendo en la costa. Entonces el mar nos recuerda que somos vulnerables y que la verdadera fuerza para transformar lo humano es la naturaleza.

Viajar sobre las olas del mar meciéndonos en su lentitud permite descubrir los infinitos matices de la inmensidad marina. A su vez permite extasiarnos con sus colores o las criaturas que lo pueblan. Sea como sea el mar, el océano siempre será una metáfora de la conciencia universal.

Los seres humanos somos animales terrestres así que lo natural es morir en tierra. Pero a lo largo de la historia humana el mar ha sido también nuestra tumba. Hoy esta última posibilidad no es factible salvo que sea por naufragio.

El mar, el océano, esta inmensidad que caracteriza nuestro planeta "agua" más que "tierra", ha sido y es fuente de inspiración cuando lo humano deja su cuerpo físico.

A continuación, recogemos tres testimonios de seres humanos que o bien han fallecido en el mar o que su recuerdo está flotando en el infinito y sagrado espacio marino.

De pie en la orilla del mar

Encontrar las palabras para despedir a un ser querido cuando fallece no es nada fácil en muchos casos. Qué es el morir (What is Dying) es un conmovedor verso fúnebre sobre la muerte con el mar de fondo y el más allá que se lee en muchos funerales, especialmente en los países anglosajones.

Una forma de entender el morir en la que el difunto está frente al mar con los ojos perdidos en un horizonte sin final. Una auténtica metáfora sobre la vida con el mar como protagonista.

Este hermoso poema What is Dying es obra del predicador religioso nacido en Connecticut (Estados Unidos), Luther Fitch Beecher (1813-1903), aunque atribuido falsamente a diferentes autores, habitualmente al diplomático y escritor también norteamericano, Henry Van Dyke (1852-1933). Dejamos pues aquí constancia de su verdadero autor y una traducción al castellano.

 

What is Dying

Luther Fitch Beecher

Qué es el morir

Luther Fitch Beecher

I am standing upon the seashore.
A ship at my side spreads her white
sails to the morning breeze and starts for the blue ocean.

She is an object of beauty and strength.
I stand and watch her until at length
she hangs like a speck of white cloud
just where the sea and sky come
to mingle with each other.

Then, someone at my side says;
"There, she is gone!"

"Gone where?"
Gone from my sight. That is all.
She is just as large in mast and hull
and spar as she was when she left my side
and she is just as able to bear her
load of living freight to her destined port.
Her diminished size is in me, not in her.

And just at the moment when someone
at my side says, "There, she is gone!"
There are other eyes watching her coming,
and other voices ready to take up the glad shout;
"Here she comes!"
And that is dying.

Estoy de pie en la orilla del mar.
Un barco a mi lado extiende su blanca estela
navega con la brisa de la mañana y avanza hacia el océano azul.

Ella es un objeto de belleza y fuerza.
Me paro y la observo hasta que finalmente
ella cuelga como una mota de nube blanca
Justo donde el mar y el cielo vienen
a mezclarse unos con otros.

Entonces, alguien a mi lado dice;
"¡Allí, ella se ha ido!"

"¿Adónde ha ido?"
Desaparecida de mi vista. Eso es todo.
El bote sigue siendo tan majestuoso y su mástil
tan alto como cuando estaba a mi lado.
Y sigue siendo capaz de transportar
a todos sus tripulantes hasta llegar a su destino.
La pequeñez de su tamaño está en mí, no en él.

Y justo en el preciso momento que alguien
a mi lado dice: "Allá va",
Hay otros ojos que lo ven venir
y otras voces dispuestas a retomar el grito de alegría;
"¡Aquí viene!"
Y eso es morir.

Un músico disuelto en el gran océano
Enric Granados y Amparo Gal en 1916 en su última foto antes de morir trágicamente ahogados tras un ataque submarino al buque con el que regresaban a España en 1916. Foto: Wikimedia.

El camino del agua no tiene ni principio ni final. El mar está a tu alrededor y en cada una de nosotras. El mar estaba antes del nacimiento y estará después de la muerte. El mar da y el mar quita. El agua conecta todas las cosas, la vida y la muerte, la oscuridad y la luz.

El gran músico Enric Granados i Campiña (1867-1916), tras una vida de dificultades para sacar adelante a sus seis hijos, obtiene en 1916 un clamoroso éxito en Nueva York con la opera Goyescas en el Metropolitan. Esta es la primera ópera en español interpretada en el principal teatro de Norteamérica.

Sin embargo, tras el éxito de su obra es invitado por el presidente Thomas Woodrow Wilson (1856-1924) a dar un concierto en la Casa Blanca.

Por ese motivo retrasa el viaje de regreso a Barcelona junto a su esposa Amparo Gal Lloberas (1870-1916) con la que estaba casada desde 1892. En lugar de partir con un buque de bandera española directo hacia Barcelona lo tiene que hacer a través de un buque de bandera británica hasta el Reino Unido y luego por vía terrestre a través de Francia.

Para satisfacer la invitación presidencial y no demorar su regreso el matrimonio, que tenía prisa por regresar a Barcelona para estar con su hijos, toma una opción que el propio embajador español le advirtió de no recomendable.

Estamos en plena Primera Guerra Mundial, y en la travesía del canal de la Mancha destino a Francia con el transbordador Sussex, un submarino alemán torpedea el barco. Aunque el capitán insistió en que el buque se mantendría a flote, Granados y su esposa se lanzaron al agua y  pereciendo ahogados.

En ese preciso momento, sus seis hijos asistían a un concierto en el Palau de la Música de Barcelona, donde el gran pianista Arthur Rubinstein (1887-1982) interpretaba "El amor y la muerte", una de las obras emblemáticas de Granados.

En este renombrado auditorio de el Palau se recibe la fatídica noticia. Sus cuerpos nunca se recuperaron y los funerales se hicieron sin sus cuerpos.

Ante la pérdida de su amigo, Apel·les Mestres i Oños (1854-1936), poeta, escritor y dibujante catalán, le escribe un poema epitafio digno de ser recordado como lo hace el documental  El amor y la muerte (2018) de Arantxa Aguirre.

Apel·les Mestres, amigo y colaborador de Granados, le escribió el libreto de numerosas canciones y varias poemas líricos como Follet (1903), Picarol (1901) Liliana (1911) entre otros.

En la mort d'Enric Granados (1916)

Apel·les Mestres

En la muerte de Enrique Granados (1916)

Apel·les Mestres

Per guardar tot ensems amb tes despulles
ta inspiració, tos ideals, ta glòria
calia una gran tomba.

I aqueixa tomba, el monstre de la guerra -justicier malgrat ell-, te l'ha donada.
Dorm en pau allí al fons, 
la tomba és fonda, i és ampla, i és sagrada.

Quan de nit les estrelles, 
eixint del mar com notes lluminoses,
se desgranin pel cel i magnifiquin
la inmensitat del firmament, llavors ens semblaran excelses melodies
sepultades amb tu que al cel envies.

I per damunt del passatger estrèpit 
d'aqueix gran crim qu'anomenen la guerra, 
tes darreres cançons, fetes estrelles, 
ressonaran eternament més belles 
en el concert de la bellesa eterna.

Para guardar todo junto con tus despojos
tu inspiración, tus ideales, tu gloria 
hacía falta una gran tumba.

Y esa tumba, el monstruo de la guerra -justiciero a su pesar-, te la ha dado.  
Duerme en paz allí en el fondo, 
la tumba es honda, y es ancha, y es sagrada. 

Cuando de noche, las estrellas, 
emergiendo del mar como notas luminosas, 
se desgranen por el cielo y magnifiquen
la inmensidad del firmamento, entonces nos parecerán excelsas melodías
sepultadas contigo que al cielo envías.

Y por encima del pasajero estrépito
de este gran crimen que llamamos la guerra,
tus últimas canciones, hechas estrellas, 
resonarán eternamente más bellas 
en el concierto de la belleza eterna.

El poeta enamorado del mar
Portada del libro Vida, biografía y antología de José Hierro (2022).

El mar es precisamente esto, el todo y la nada, lo inmenso y lo finito, la vida y la muerte que se expresa en cada ola; tal cómo lo sintió el navegante Cristóbal Colón (1451-1506), “El mar dará a cada hombre una nueva esperanza, como el dormir le da sueños”.

Cuando nuestra mente anda por la vida y la muerte con naturalidad, el corazón se llena de poesía. El poeta del pueblo, el poeta enamorado del mar, José Hierro del Real (1922-2002), escribió un impresionante soneto, VIDA, que lo dedicó a su nieta Paula Romero. Son unos versos que de forma casi estoica recuerdan que todo para nada, como sucede con cada ola.

Vida

Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.

Grito ¡Todo!, y el eco dice ¡Nada!
Grito ¡Nada!, y el eco dice ¡Todo!
Ahora sé que la nada lo era todo.
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)

Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.

Este soneto está incorporado como poema epílogo de su último libro «Cuaderno de Nueva York», obra por la que recibió el Premio Cervantes de 1998. ‘Vida es un poema de referencia sobre la existencia humana.

La vida del poeta José Hierro (Pepe Hierro) no tuvo una repercusión social notable, aunque si su obra. Este poeta no dejó memorias vitales escritas, pero si que dejó testimonio de su paso por la cárcel tras la Guerra Civil, sus decenas de trabajos de subsistencia, su amor por el mar y por el campo, su pasión por el dibujo, los viajes o el tabaco.

El 2022 conmemoró un siglo de su nacimiento y veinte años de su muerte. Su obra no es muy extensa pero excelsa. Sus periplo vital está recogido en un libro Vida, biografía y Antología de José Hierro (2022) escrito por Jesús Marchamalo y con la recopilación de poemas a cargo del experto Lorenzo Oliván. El libro relata las andanzas de este poeta atípico que nació en Madrid, pero que se sintió santanderino de raíz porque fue allí donde descubrió el mar, entre otros milagros de la Vida.

Cenizas en el mar
Imagen de la actividad ofrecida por Gala Azul de cenizas en el mar.

Para quiénes el mar es o ha sido su pasión, sumergir los restos mortales en sus profundidades es el ritual más natural. El dar sepultura en el mar de un cadáver pasó a la historia. A día de hoy, sin embargo, sí está autorizada la dispersión de las cenizas en aguas no costeras. Pero requiere de una empresa acreditada para ello.

La legislación marina permite que los barcos viertan aceites y residuos al mar, pero valora como algo tóxico disolver unos tres litros de cenizas humanas en medio del mar.

Sin embargo, la administración española, que es magnánima, otorga licencias para depositar urnas funerarias solubles (que se disuelvan) en determinados lugares a varias millas de la costa (pero geolocalizadas para que pueda recuperarse el polvo disuelto en la inmensidad del mar algún día).

La dispersión de cenizas en el mar es un servicio que en el litoral mediterráneo y cantábrico sobretodo ofrecen algunas empresas autorizadas.

En general, el servicio se basa en el alquiler de un yate con capacidad para transportar unos pocos pasajeros y desde el cuál se facilita el ritual íntimo de hundir las cenizas en medio del mar (a varias millas de la costa). Un ritual de absoluta emotividad e inolvidable para quiénes lo escogen.

Esta opción de depositar las cenizas fúnebres en la inmensidad marina, disponible en el Estado español, es un ritual en si mismo de pura poesía armonizada con la música propia del balanceo marino.

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