Caras de la muerte
Caras de la muerte es un tratado de filosofía que desarrolla una aproximación paso a paso a la muerte, haciendo audible su lenguaje, que no deja de resonar e interpelar a lo largo de la vida.
Byung-Chul Han, el fiósofo coreano que escribe desde Alemania, nos describe la muerte en su caleidoscópica variedad al hilo de sus lecturas de filósofos como Adorno, Heidegger, Derrida, Lévinas, Kafka y Handke y con las que ya se había sumergido en su obra anterior Muerte y alteridad (2018).
En Muerte y alteridad se inspira en la fenomenología y la literatura contemporánea para contraponer las reacciones de o bien el énfasis del yo o bien el amor heroico a la hora de encarar la muerte.
En las Caras de la muerte desarrolla una aproximación paso a paso a la muerte, haciendo audible su lenguaje, que no deja de resonar e interpelar a lo largo de la vida. Así, se nos descubre la muerte como creadora de espacios habitables para la existencia mortal del ser humano.
El autor reconoce la pérdida irrevocable que provoca la muerte y que esta cause a la mayoría horror. Sin embargo, más allá de esta visión aterradora, la reflexión que nos propone sobre la muerte encuentra su expresión en una retórica singular que la multiplica y la convierte en un fenómeno, en una manifestación e incluso en una experiencia viva.
«La muerte no es un mero punto final, sino un punto cero de la vida, donde esta comienza», dice el filósofo surcoreano. «La muerte siempre ha empezado ya a hablar, a apuntar, a hacer de ventrílocua con la vida (…). Habrá que dejar que la muerte hable, concederle la palabra, consciente o inconscientemente, hasta que ella le quite a uno toda palabra y toda expresión».
Lectura para amantes de la filosofía
Sin duda se trata de un libro con un hondo bagaje de estudio filosófico, al que el autor le ha dado ya diversos giros en su pensamiento. Su lectura requiere de una especial atención. A modo de ejemplo veamos un par de párrafos:
"En realidad, asumir la muerte en la conciencia es una exigencia aporética (de razonamiento contradictorio). Dicho de otro modo, la muerte le crea a la conciencia una situación aporética. La conciencia ya no puede seguir adelante sin más. La conciencia no puede limitarse a proseguir el camino anterior. Si caminar fuera un rasgo fundamental de la conciencia y si, por otro lado, ya no fuera posible limitarse a continuar avanzando, entonces la muerte sería la aporía por antonomasia. Pero si pese a todo fuera posible caminar, entonces habría un caminar aporético, es decir, un caminar sin camino. La expresión de esta aporía sería la exigencia de Adorno de que el pensar tiene que pensar contra sí mismo.
Con la pregunta «¿qué es eso?» o «¿qué sabemos en realidad?» la conciencia vacila. Se detiene. «Estar vuelto hacia la muerte» sería este detenerse vacilando, la resolución a vacilar. La conciencia o el saber vacilan en vista de la muerte. Esta vacilación hace ver aquello ante lo cual la conciencia se apresta a pasar de largo. Hay una mirada parsimoniosa y prolongada".
El autor trata de aproximarse a través de las reflexiones de los filósofos y de planteamientos éticos pues reconoce que “Sin la muerte no habría ninguna decisión responsable ya que con ella se acaban incluso las palabras”.
En cualquier caso, su lectura es también un paseo por la filosofía del siglo XX y que se puede complementar con otro ensayo filosófico más especializado todavía.
Se trata del libro Muerte y mortalidad en la filosofía contemporánea (2018) de Bernard N. Schumacher cuyo autor centra su análisis en tres problemas fundamentales: el conocimiento de la mortalidad como tal; la definición de muerte humana en el contexto del actual debate biomédico; y, finalmente, la cuestión de determinar si la muerte puede considerarse un mal absoluto.