La prueba del cielo
La prueba del cielo, describe la experiencia del neurocirujano que afirmó que descubrió “que la conciencia existe más allá del cuerpo”. tras haber estado en el paraíso, un prado dominado por la paz y felicidad que reina en los relatos bíblicos. Su relato nace de lo que se llama una una polémica experiencia cercana a la muerte (ECM).
Asegura que no estaba habitando un cuerpo, como lo hacen las personas por lo general en un sueño, por lo que descarta que se tratara de una alucinación. Más bien se trataba solo de su alma recorriendo este maravilloso lugar al que definió como un edén, un sitio donde los animales y naturaleza conviven en una perfecta y mística realidad.
La ortodoxia médica argumenta las sensaciones que se experimentan en una ECM como meras alucinaciones causadas por la anoxia (carencia de oxígeno) cerebral.
Una experiencia con una fuerte componente religiosa
Durante siete días, el Dr. Eben estuvo en un coma profundo en el que el cuerpo no le respondía, y estaba clínicamente muerto. Al séptimo día, según los médicos, se suspende el tratamiento y los ojos del Dr. Eben se abrieron de golpe. Además según otros expertos el doctor Eben Alexander vivió una experiencia con una fuerte componente religiosa pero, el tremendo realismo de su relato creó muchas dudas.
Según el autor de Vida después de la vida, Raymond Moody, la experiencia del doctor Eben Alexander es uno de los casos más asombroso sobre experiencias cercanas a la muerte (ECM) que ha escuchado tras cuatro décadas estudiando estos fenómenos. Sin embargo, lo cierto es que su experiencia se aparte del propio patrón que definió este pionero.
El libro de Eben Alexander quedó en entredicho en una artículo llamado The Profet (El Profeta) del editor Luke Dittrich, quién sacó a la luz una serie de hechos que sugieren que todo fue una fábula preparada para sacar provecho de la extendida creencia en el cielo cristiano.
El libro se lee casi como una novela y aunque niegue su interés religioso, durante su experiencia después de la muerte, asegura que también vio a Dios y que le dijo: “Serás amado para siempre, no hay nada que temer, nosotros nos ocuparemos de ti".