Poemas japoneses a la muerte
Poemas japoness a la muerte. Escritos por monjes zen y poetas de haiku en el umbral de la muerte es una antología de poemas seleccionada por el profesor Yoel Hoffman, de la cátedra de Poesía Japonesa, Budismo y Filosofía en la Universidad de Haifa, en Israel.
Este profesor es también quién escribe el prólogo y los comentarios de esta preciada antología que recorre un periodo de casi 700 años (entre 1256 y 1935).
El libro está dividido en tres partes. En la primera analiza las diferentes maneras de afrontar la muerte en la cultura japonesa a lo largo de los siglos a través de la tradición del poema a la muerte.
"Muchos japoneses se prepararan para morir en cuanto sienten que su hora se acerca. Hacen testimonios para repartir sus propiedades y recuerdos personales entre sus familiares y amigos. Estas disposiciones se toman casi siempre en un ambiente de serenidad, e incluso se espera el viaje al otro mundo con cierto agrado".
Los poemas a la muerte adoptaron una forma denominada tanka y estaban escritos sobre todo por monjes budistas, samuráis y estudiosos de la literatura china. A partir del siglo XVI la costumbre se fue popularizando, y muchas personas comenzaron a componer en forma de haiku sus poemas mortuorios.
En la segunda parte reúne los poemas escritos por monjes budistas zen y en a tercera parte, recopila haikus compuestos por japoneses al final de su vida. Muchos de ellos van con notas explicativas de Hoffman sobre el significado de las imágenes empleaas o las circunstancias que motivaron al autor.
Y la tercera constituye una antología de haikus, dispersos hasta ahora, incluso en Japón, y compuestos por unos 320 poetas japoneses en el umbral de la muerte. En esta parte se incluyen la mayoría de los autores de haiku más famosos y también muchos escritos por otros menos conocidos.
La edición en castellano se basa en la séptima edición de la versión inglesa “Japanese death poems” y ha sido traducida por el poeta Eduardo Moga. Este explica que muchos de los poemas no son, en su mayoría una meditación sobre la muerte. Por el contrario, miran hacia la Vida, hacia el periplo vital recorrido y especialmente del viaje emocional.
De hecho, el propio Eduardo Moga recuerda que en Japón a estas creaciones se le llaman, “jisei”; es decir, “poema de despedida de la vida”. Según el autor los poemas a la muerte reflejan, “más que ninguna otra cosa, el legado ‘espiritual’ de los japoneses”.
Al final, más allá de todas lass reflexiones y poemas que aportan estos, la muerte seguramente continuará inexplicada e inexplicable.
Como el poeta Toko escribió "Los poemas a la muerte son un engaño. La muerte es la muerte".
Algunos de los poemas que se recopilan:
Si no hubiera sabido
que ya estaba
muerto,
habría lamentado
perder la vida.
Ota Dokan (1432-1486) estudioso del arte militar y poeta, fue apuñalado en la bañera. Con la mano sobre el puñal que tenía clavado, pronunció este poema antes de expirar.
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Inspira, espira,
adelante, atrás,
viviendo, muriendo:
Las flechas disparadas contra sí,
se encuentran a la mitad del camino y rebanan
el vacío en su vuelo sin objeto.
Así regreso al origen. Gesshu Soko (1618-1696), maestro budista y poeta.
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Vine al mundo con las manos vacías,
descalzo lo dejo.
Venir, partir:
Dos sencillos sucesos
que se entrelazaron. Kozan Ichikyo (murió en 1360 a la edad de 77 años y escribió este poema la misma mañana de su muerte.
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Como gotas de rocío
sobre una hoja de loto
desaparezco Senryu (Murio el segundo día del sexto mes de 1827)