Hay historias que abren caminos, que convierten las sombras en luz. Te lo contaré en un viaje es una de ellas. Una historia real contada en primera persona. Alba, una chica de 21 años, se ve enfrentada de repente a una enfermedad mortal. Su padre nos cuenta cómo ella lucha por seguir siendo ella misma. Y cómo su actitud llena de valentía y amor transforma lo que podía ser una historia triste en una parábola llena de plenitud y esperanza.
Es una historia de presencia, no de pérdida. Es una historia de vida, no de muerte. Es una historia de amor entre un padre y una hija. Tejida con los contenidos más universales: la emoción, los sueños, el destino. Alba, paradójicamente, gana la partida.
Carlos Garrido narra en primera persona la historia de su hija y de su relación con ella, brutalmente sesgada al descubrir que ésta padece una enfermedad mortal. La explica con un discurso íntimo hilvanado a dos voces, la de su hija y la suya, con el que deja un testimonio impresionante. Te lo contaré en un viaje tiene el ritmo de una novela y es un libro vivo, tierno, terrible y reconfortante a la vez.
La historia que relata este libro es profundamente humana, intensamente emotiva, pero nunca sentimental. A pesar del dolor y la angustia que embargan a un padre que vive todo el proceso de la enfermedad y la muerte de su hija de veintiún años, una lucidez estimulante, esperanzadora, preside todo el relato y le confiere una dimensión que va mucho más allá de la simple narración de una experiencia personal trágica, pero en definitiva muy corriente.
Padre e hija, unidos en un amor que se descubre y se realiza en toda su profundidad en las duras circunstancias del sufrimiento, llevan a cabo juntos un viaje a los confines del alma humana del que resulta un paradójico pero muy real triunfo sobre la muerte, la pérdida, el olvido.
En paralelo al terrible progreso de la enfermedad de su hija Alba, el padre, Carlos Garrido, lleva a cabo una intensa, exhaustiva exploración de los límites del dolor humano, del indecible milagro de la vida y, finalmente, exhausto pero no derrotado, se alza con el trofeo de la lucidez, la plenitud, la esperanza y, ciertamente, también de una cierta sabiduría que sólo se aprende en la lucha contra lo que a primera vista parece abrumadoramente invencible.
Como una nueva Beatriz, Alba, la valiente muchacha de veintiún años, conduce a su padre, como un nuevo Dante, por los infiernos del dolor humano y le muestra una salida más allá de la cual brilla la luz del amor y la esperanza.