Veronika decide morir
Veronika decide morir es una novela moralista, escrita en 1998 por el reconocido autor de cuentos de autoayuda y reeditada en esta edición de coleccionista en 2021.
El desarrollo de la trama lleva de fondo un tema vital: cada segundo de nuestra existencia optamos entre la alternativa de seguir adelante o de abandonar.
En esta dualidad constante: sueños y fantasías, deseo y muerte, locura y pasión se convierten en el contraste para acercarnos al sentido de la vida.
La protagonista, Veronika, en el camino hacia la muerte, experimenta placeres nuevos y halla un nuevo sentido a la vida, un sentido que le había permanecido oculto hasta ahora, cuando tal vez sea demasiado tarde para echarse atrás.
Veronika es una joven completamente normal. Es guapa, no le faltan pretendientes y tiene un buen trabajo. Su vida transcurre sin mayores sobresaltos, sin grandes alegrías ni grandes tristezas. Pero no es feliz. Por eso, una mañana de noviembre, ella decide acabar con su vida.
Desde las primeras páginas, el relato engancha y nos sitúa como lectores ante la posibilidad de afrontar el suicidio propio por agotamiento vital. Una opción que sin embargo, es también la puerta para dar un vuelco a nuestra existencia. Y esto es lo que se le plantea a la protagonista.
Qué hacer con el poco tiempo que le quedaba
"El día 11 de noviembre de 1997, Veronika decidió que había llegado, por fin, el momento de matarse. Limpió cuidadosamente su cuarto alquilado en un convento de monjas, apagó la calefacción, se cepilló los dientes y se acostó.
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De la mesita de noche sacó las cuatro cajas de pastillas para dormir. En vez de juntarlas y diluirlas en agua, resolvió tomarlas una por una, ya que existe gran distancia entre la intención y el acto y ella quería estar libre para arrepentirse a mitad de camino. Sin embargo, a cada comprimido que tragaba se sentía más convencida; al cabo de cinco minutos las cajas estaban vacías.
Mientras esperaba la muerte, Veronika comenzó a leer sobre informática, un tema que no le interesaba en absoluto, y esto armonizaba con todo lo que había hecho durante toda su vida, siempre buscando lo más fácil o lo que se hallara al alcance de la mano. Como aquella revista, por ejemplo.
Para su sorpresa, no obstante, la primera línea del texto la sacó de su pasividad natural (los somníferos aún no se habían disuelto en el estómago, pero Veronika era pasiva por naturaleza) e hizo que, por primera vez en su vida, considerase como verdadera una frase que estaba muy de moda entre sus amigos: «nada en este mundo sucede por casualidad».
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Ahora estaba allí, contenta por haber ido hasta el final, y aburrida porque no sabía qué hacer con el poco tiempo que le restaba."