Almas silenciosas
Un hombre y su mejor amigo acompañan el cadáver de la mujer que ambos amaron hasta su último hogar. Esta historia simple, sirve de excusa a Alexei Fedorchenko para adentrase a un imaginario inesperado, alrededor de las tradiciones de la antigua tribu finoúgrio de los Méria (una población misteriosa de origen finés que hace siglos se fundió en el paisaje del centro de Rusa). La historia pues parte de la recreación de los rituales alrededor de la muerte por descendientes de este pueblo junto al cadáver de Tanya, una mujer amada por dos hombres.
Es la historia de un rito funerario, íntimo, casi supersticioso, que según los críticos evoca una forma de animismo inventado en gran medida por el director, ya que poco se sabe de los Méria.
El resultado es una película de una hermosa sobriedad que nos lleva por los paisajes de la Rusia más indómita, donde la ciudad y el campo llevan el rastro todavía visible de una profunda otredad en los límites de un increíblemente cautivador río Volga.
Silent souls (el título de la versión inglesa) o El último viaje de Tanya (en la versión francesa) no expresan el simbolismo del título original en ruso Ovsyanki sobre la complejidad del luto en la tradición méria.
Toda la cinta se sumerge en una forma elegíaca en el corazón de los sentimientos más poderosos de dar un camino a los muertos. El abandono de los muertos del mundo de los vivos por un lado y del abandono de los fallecidos por el otro.
Esta película rusa es absolutamente fascinante, una muestra de cine teñido por su misterio geográfico y la investigación etnográfico. Se nos describe lo que puede ser uno rito ancestral actualizado, el de los méria.
Algunos consideran que es un trabajo riguroso para otros más bien una adaptación poco fiel a unas tradiciones que quizás no existen ya. Es en todo el caso un film para adentrarse en el placer del misterio de una ceremonia de un pueblo eslavo desconocido. Esta es la propuesta subyacente en el último viaje de Tanya con toda su sensualidad mortuoria.
El tono de la historia es doloroso, reflexivo, poético con un tempo de meditación que nos adentra sobre el significado de la existencia y la relación entre el cuerpo, como representación de la esencia humana y la naturaleza a la cual se devuelve este.
Los protagonistas pertenecen a un grupo étnico perdido de origen Uro-Finés que mantienen una relación lírica, profunda e íntima con la tierra y especialmente con el elemento agua. Por eso el dolor de la muerte de los seres queridos se experimenta con dolor severo pero se acepta en el contexto de un intercambio atávico con el la Madre Tierra.
Tradiciones ancestrales entre la muerte y la Madre Tierra
Un intercambio que no solo termina en el ritual de incineración al aire libre del difunto, sino que continúa mentalmente en una especie de replanteamiento continuo sobre el significado inescrutable de la vida y los sentimientos interpersonales.
El viudo Miron se embarca en su viaje compartido que es narrado por el amigo que lo acompaña, Aist. El film nos permite descubrir tradiciones sorprendentes, tiernas y significativas. Como lavar el cuerpo del difunto y luego trenzar a su hijo en el vello púbico haciéndose eco de un ritual similar que también se da en el matrimonio. La desnudez muerta resulta de una belleza sorprendente.
En esta despedida, del amante y el viudo, no hay rivalidad solo respeto mutuo y compartir el dolor por el amor perdido. Cumplido el ritual, Miron le ha dado a su esposa la inmortalidad y para Aist ha sido el último adiós de su amada a las orillas del lago. De vuelta a casa, a su ciudad triste pero dulce los dos se pierden y pasan la noche con dos prostitutas "el cuerpo de una mujer es como un río capaz de quitar el dolor". Ambos son ahora libres.
Mediante un juego de flashbacks inteligentes, Fedorchenko hace invisible la frontera entre la vida y la muerte. El último viaje de Tanya es como muchas películas rusas, teñida del aire enigmático que sumerge al espectador en la historia, en lugar de que permanezca tranquilo en su butaca.
Para cualquiera que sea capaz de bucear dentro de una hora y cuarto de este último camino a otro mundo a través de una tierra gélida para una despedida con sabor amargo, pero asistiendo a un dulce funeral insólito.