El extraño caso de Angélica
Pilar López de Ayala, Ricardo Trepa, Filipe Vargas, Leonor Silveira, Luis Miguel Cintra, Ana Maria Magalhães
El extraño caso Angélica es un film imprevisible pero lleno de sensibilidad e incluso una cierta espiritualidad con un argumento simple. A media noche, contratan a un fotógrafo de origen judio para tomar instantáneas de una mujer joven casada católica y recién muerta, Angélica.
Durante la sesión fotográfica, a través del objetivo de la cámara recibe una sonrisa de la joven que yace en el lecho mortuorio. La difunta, sin embargo, muestra una figura llena de vida. Inmediatamente, el fotógrafo, judío de religión, se enamora de Angélica.
La película se inicia con un verso del filósofo y poeta portugués Antero Tarquínio de Quental (1842-1891): "Allá, teniendo su fin el lirio de los valles celestes, tendrán su principio y no acabaran nunca, nuestros amores"
El film no utiliza artificios para figurar un más allá espectacular y emblemático en el cual la otra dimensión de la realidad es una dimensión invisible, pero presente.
Mientras el fotógrafo sigue tomando instantáneas del trabajo rural no para de obsesionarse con Angélica, pero la joven ha elegido la muerte en lugar de la vida para enamorarse. Su amor sólo podrá expresarse en otra dimensión.
El film es una reflexión sobre en qué punto se encuentra la realidad cuando nos enfrentamos a la muerte y estamos enamorados o quien ha fallecida es una persona querida.
El fotógrafo hace su propia elección y escoge el espacio de la muerte en la que se halla su enamorada, pues para el joven es al lado de esta chica recién fallecida que nace la vida.
Se le ha criticado una cierta lentitud narrativa de la película, pero el cineasta centenario da una lección de cine y de humanismo al crear una especie de metáfora entre una ideología o estilo de vida y una filosofía de la muerte como espacio vital.
La muerte no es el final, sino una posibilidad después de la vida
El filósofo Martin Heidegger afirmaba que "la muerte no es el final sino una posibilidad después de la vida". Y es esta la idea que nos propone Oliveira, escoger la eternidad del más allá para dar continuidad al amor de una realidad anhelada representada en Angélica.
Es una película que reflexiona sobre la naturaleza pasional de lo estético que se expresa a través de la fotografía de autor. Y es a través del arte, representado por esta imagen de la joven muerta que se debate la trágica obsesión amorosa que a su vez representa a modo de metáfora de lo que es el arte.
La película se desarrolla en el entorno rural del Portugal profundo y sin duda es una pequeña joya de la simplicidad. Un film con una narrativa compleja y metafórica pero con una fotografía y escenarios inolvidables que se plasman cautivadoras imágenes sobre el hombre y sus circunstancias. Una historia de amor que para existir precisa de un cambio de realidad.
Cuando este director de cine portugués, Manoel de Oliveira (1908 2015), se puso a rodar esta película ya era un hombre centenario que recuperaba una idea que tenía en la cabeza hacía más de cincuenta años (un guion escrito en 1954, que en su día no pudo llevar a cabo debido a la censura de la dictadura del general Salazar).