Víctor  recibe la noticia que su padre, Max, ha sido internado en un hospital de París y donde toda su familia, su esposa y sus tres hijos se han reunido en torno al padre.

Se trata de un importante empresario al que le han diagnosticado un tumor, que desvaría con sus recuerdos de juventud cuando era miembro del partido comunista.

Su esposa, Marie ha tejido un tela de mentiras para ocultar la verdad de la vida de su esposo a sus hijos con el fin de conseguir que su padre muera en paz. Pero Víctor tiene sus sospechas.

La historia es pues la del final de la vida de un hombre viejo, con una enfermedad terminal, que vive atormentado por la culpa de un hecho del pasado que no se perdona, y que el espectador de la mano de las pesquisas de Víctor va descubriendo como si de un thriller estilo Hitchcock se tratara.

Pero a medida que avanza va derivando hacia el drama de familia el cual da paso a un melodrama sentimental exquisito de la mano de unos actores que bordan cada una de las escenas.

Su interés radica en cómo a menudo la familia se convierte en un entorno enrarecido por la mentira y la hipocresía, y en las que las relaciones padres-hijos no son nada sinceras.

Tarde o temprano los remordimientos sobre los pecados o las desavenencias del pasado salen a luz y este es el principal tema de la película. Por tanto, una buena reflexión para no caer en situaciones parecidas. El logro de este film es que se narra on un clima asfixiante, opresivo, y sin compasión.

Asistimos pues al final de un hombre solo ante la muerte, abandonado por una familia la cual no comparte su dolor, y es ajena a su pasado, inconsciente del sufrimiento de alguien que vivió el exilio en una ciudad acogedora y protectora, como ha caracterizado desde hace siglos París.

En la ciudad sin límites (The city of no limits), la ciudad es pues una parte de la historia, la otra es la desatención al anciano postrado en la cama y demente.

Una banda sonora que arrebata el alma, un final de los que se recuerdan durante tiempo y que hacen derramar lágrimas sinceras, en definitiva, una película que se puede calificar de obra de arte sorprendente en todos los sentidos.

Una película que dosifica la información de manera excelente, creando y sosteniendo un ambiente de suspense que atrapa la atención del espectador.

Es una de las mejores películas españolas de la primera década del siglo XXI, una película hermosa, con un reparto que encaja a la perfección con el fondo escénico de la ciudad de París.

En la película participaron los veteranos Fernando Fernán Gómez (1921- 2007) y la actriz Geraldine Chaplin como esposa del padre. Precisamente, la discusión final con su hijo es toda una lección de emotividad sin caer en los sentimentalismos y desde luego una sorpresa en el panorama del cine español.