La eternidad y un día
Bruno Ganz, Isabelle Renauld, Fabrizio Bentivoglio, Achileas Skevis, Alexandra Ladikou, Despina Bebedelli, Helene Gerasimidou, Iris Chatziantoniou, Nikos Kouros, Alekos Oudinotis, Nikos Kolovos, Andreas Chekouras, Mihalis Giannatos, Petros Markaris, Yannis Mohlas, Efthimis Pappas, Maria Saltiri, Vassilis Seimenis, Leonidas Vardaros
Se trata de una película que reflexiona sobre el sentido de la vida, el tiempo y el amor ante la muerte próxima del protagonista, que inicia un extraño viaje donde pasado y presente se entremezclan.
La eternidad y un día, hace referencia al seguimiento del último día de vida de Alexandre, un escritor y poeta antes de transitar hacia la vida eterna.
Alexander, en lugar de ir al hospital y pasar allí sus últimas horas como moribundo entre sus paredes, decide realizar una especie de viaje por el país.
Durante estas horas de libertad conocerá y ayudará a un niño albanés que se encuentra ilegalmente en Grecia. Le ayuda a llegar a la frontera con Albania, pero en el último momento el niño decide quedarse con Alexandre.
Las soledades se buscan y la relación entre ambos cambiará para siempre la vida de Alexander ya que este le ofrece la oportunidad de comprometerse con el prójimo y expresarle su afecto, algo que no ha prodigado en su vida.
Dos vidas y un sólo destino
El escritor se enfrenta el final de su vida invadido por la nostalgia y el amor, mientras el niño busca un nueve futuro. Dos realidades vitales alimentadas por la misma angustia: salir de un futuro incierto para uno y observar el futuro sin recorrido para Alexander.
Alexander le habla de un poeta decimonónico que compraba palabras a la gente. Cada vez que alguien le enseñaba alguna palabra nueva, él pagaba y la anotaba en su libreta para componer un poema que nunca llegaba a acabarse.
Lo que Alexander no dice fue que él era ese poeta, aunque no hace falta. El niño lo sabe y le vende algunas palabras para su poema inconcluso. Para el niño es sólo un entretenimiento, pero para Alexandre es la respuesta a una vida que se desvanece.
La eternidad y un día ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 1998. No en vano fue una de las películas más vistas de Theo Angelopoulos en toda Europa en la época, especialmente en Francia.
Una fantástica fotografía, un guion excepcional, una destacable banda sonora y una magistral actuación de sus actores hacen de esta película una verdadera obra maestra, poética, algo anárquica, pero cautivadora.