La Juventud
Michael Caine, Harvey Keitel, Rachel Weisz, Paul Dano, Jane Fonda, Tom Lipinski, Poppy Corby-Tuech, Madalina Ghenea, Emilia Jones, Mark Kozelek, Anabel Kutay, Rebecca Calder, Ian Keir Attard, Roly Serrano
La Juventud es una reflexión sobre lo vivido antes de que la muerte nos alcance. Un film que permite situarnos en el papel de unos personajes que, en algunos momentos pueden parecer incluso sombras de lo que fueron, pero que detrás de estas sombras se alza la grandiosidad de lo que han hecho.
La película nos invita a reflexionar sobre lo que es y ha sido nuestra vida, sin despreciarla ni exaltarla, simplemente, aceptando lo que hay. Detrás del argumento hay la voluntad de instarnos a saborear lo que vivimos más allá de las percepciones que pueden tener los demás. Para ello nos sumerge en las inquietudes de los personajes, todos ellos clientes de un balneario de lujo rodeados de un personal sirviente no menos exquisito.
Algunos de los personajes tienen un tinte algo surrealista, como un Maradona que deambula con el rostro de Marx tatuado en la espalda, o el del monje budista que levita, o el imitador de Hitler que busca emular nuevamente al gran actor que fue.
Pero el hilo principal de la historia es la de hombres maduros, amigos se enfrentan a los fantasmas del pasado, a la vez que se enzarzan en la búsqueda de un sentido a una vida que a su parecer les ha sabido a poco.
Afrontar la vejez con dignidad
Uno es un compositor de fama mundial que trata de lidiar con su aparentemente incurable apatía, mientras duda sobre la propuesta que le hacen de dirigir un singular concierto presidido por la Reina de Inglaterra.
El otro, su viejo amigo, es un cineasta al que le ha pasado ya s tiempo pero que imagina todavía un nuevo éxito con un guion que lo encumbrará definitivamente.
La cinta se desarrolla como si se tratara de un diario íntimo de la cotidianidad estos dos personajes principales que cada cual divaga desde su perspectiva. Son instantes que emergen desde las entrañas de un lujoso balneario de los Alpes suizos, donde los personajes pasan los días divagando sobre el tiempo perdido, sus inseguridades, sus creaciones frustradas, sobre aquellas mujeres con las que se acostaron y aquellas con las que no, o las dificultades propias de la vejez.
Uno puede tener la impresión que hacerse viejo no es precisamente nada recomendable, pero la cinta pone incapié en el tesoro que es la propia la vida y para ello lo contrasta con la sensual juventud que atiende a los clientes en su particular oasis.
El director cuida la imagen y cada escena con un detalle preciosista, lo cual hace que sea precisamente esta belleza ambiental la que realza cada uno de los personajes y el mensaje que la vejez es la cumbre de la juventud.