Reparar a los vivos
Emmanuelle Seigner, Tahar Rahim, Anne Dorval, Alice Taglioni, Monia Chokri, Bouli Lanners, Finnegan Oldfield, Dominique Blanc, Gabin Verdet, Alice de Lencquesaing, Karim Leklou, Kool Shen, Camille Tillier, Andranic Manet
"Lo lamento profundamente, pero no puedo decirle nada más: su hijo está muerto". Esa es la realidad, y hay que escucharla. Estas terribles palabras, todos los padres temen escucharlas algún día. Quienes las reciben en la película Reparar a los vivos están devastados, pero la historia es solo al principio.
De hecho, esta muerte trágica podría convertirse en un renacimiento para un paciente que espera un trasplante de corazón. La película es una adaptación de la exitosa novela de Maylis De Kerangal (2014). Es claramente una película con mensaje publicitario: donar órganos salva vidas, familias, parejas.
La película se inicia con imágenes de tres chavales haciendo surf en pleno amanecer con las imágenes impactantes dentro de la ola. Es sin duda la celebración de la vida, la salud, la juventud, la naturaleza.
Pero tras esta realidad los mismos jóvenes dentro de una furgoneta, con un conductor que se duerme y un accidente mortal que termina con la juventud.
Simón está en coma con muerte cerebral y no va a salir de él. Un especialista en trasplantes intenta convencer a los padres para que donen los órganos de Simón, especialmente el corazón, que una mujer parisina necesita con urgencia.
La película se mueve entre las reflexiones que permite la biomedicina moderna y los usos del cuerpo humano que están en constante evolución, a la vez que lo hace en el plano filosófico con las preguntas de siempre: ¿dónde termina la vida?, ¿qué es la muerte, la vida, la naturaleza simbólica de las partes de nuestro cuerpo?.
La donación de órganos en estado crudo
Reparar a los vivos es casi una película de publicidad para promover la donación de órganos, una actividad a la que no siempre pensamos que podemos optar. En este caso, el primer plano de un corazón palpitante, nos sumerge en una dimensión casi cósmica llena de sentido poético.
La tragedia que acontece al adolescente dejándole en un coma irreversible, pero mantenido vivo con una máquina permite pensar. La prolongación de una vida sin vida casi siempre se transforma en indignación. Desafiar la naturaleza inalterable de nuestra condición humana es doloroso.
El director toma el latido de esa imagen y nos recuerda que el cuerpo es algo más que una carcasa de órganos por donde la vida fluye. En realidad, la vida funciona de un modo que escapa a nuestra razón a pesar de los avances científicos.
Para el director, la película pretende transmitir por encima de todo la sensación metafísica del movimiento de una entidad viva, para dar continuidad al flujo orgánico, la sangre, que bombea el corazón.
Reparar a los vivos es osada en algunas escenas y casi parece un documental en las tomas finales cuando se extrae el corazón de Simon para trasplantarlo al otro cuerpo vivo de la receptora.
Las imágenes no aptas para personas sensibles se rematan con el cadáver del joven vaciado y cosido mientras suena el tema de David Bowie, Five Years: "Tenemos cinco años, míralos en mis ojos./ Tenemos cinco años. Cinco años, que sorpresa./ Tenemos cinco años, mi cerebro duele tanto./ Cinco años, es todo lo que nos queda".