Daniel Murphy vuela de Nueva York a Irlanda para asistir al funeral de su madre y hacerse cargo de su hijo. En el avión el viajero que se sienta a su lado también se llama Murphy. Este acompaña el cadáver de su hermano que viaja en la bodega del avión al cual prometió darle sepultura en la isla de Rathlin donde nacieron.

Pero el viajero muere durante el vuelo y todo lleva a pensar que Daniel es su familiar más próximo y debe hacerse cargo del cadáver. Así que emprenderá un viaje desde Cork, en el sur del país, atravesando toda Irlanda de sur a norte en coche. Lo acompañan su hijo autista Louis y Mary, una joven que tiene sus propios planes.

Es una película de argumento previsible que aprovecha la excusa del cadáver para profundizar especialmente en la relación de un padre biológico que se enfrenta a la custodia de su hijo autista, pero que legalmente consta como su hermano.

La relación entre Daniel y su hijo/hermano autista, con sus propios hábitos que no pueden alterarse, y una joven que trabaja en la funeraria que les acompaña, el argumento es fácil de imaginar. Por otra parte, como toda road movie, sirve para dar a conocer en este caso los paisajes de Irlanda.

Últimamente han aparecido varias películas que utilizan el traslado de un ataúd para reflexionar sobre aspectos particulares de la vida o de las relaciones humanas, como Mentes maravillosas (2022) o Un mundo normal (2020).

No es una película que reflexione sobre aspectos de la muerte o de cómo organizar un funeral. Sin embargo, la señalamos porqué si que puede inspirar en algún aspecto de lo que a planificación de un funeral se refiere.

En cualquier caso, esta road movie con ataúd de viajero acompañante es floja en todos los sentidos y algo moralista, pero tiene un buen ritmo y detalles simpáticos que hacen que sea de buen ver. Una pequeña fábula en la que lo importante no es el destino, sino en quién te acompaña y que durante la travesía reine el amor.

El viaje de un ataúd ecológico

Un detalle que tipifica esta película es que el ataúd escogido es de cartón decorado, una tipología de ataúd ecológico, biodegradable, que en los países anglosajones empieza a ser bastante popular. En este sentido es la primera película que nos muestra que no es necesario un ataúd de madera para dar una sepultura digna.

Curiosamente, en el momento de depositar a los dos hermanos Murphy en el cementerio de la isla de Rathlin en el Irlanda del Norte se puede ver que el ataúd que ha viajado de Nueva York, de lujo americano contrasta con el biodegradable de cartón que ha viajado por toda Irlanda.

En la linea poco ortodoxa de todo el film, también se saltan la normativa de que el cadáver deba ser trasladado en coche fúnebre, aunque en esto la normativa anglosajana es algo más permisiva que la española.