Una buena persona cuenta la vida de la joven Allison la cual sufre un giro drástico tras provocar involuntariamente un accidente de tráfico en el que muere la hermana de su prometido y su marido y ella sufre un traumatismo grave.

Tremendamente afectada por esta tragedia, Allison se siente incapaz de continuar con su vida. Este sentimiento de culpa imperdonable la conducirá a ser adicta a la oxicodona, un opiáceo recetado para el dolor intenso.

Un día decide acercarse a un grupo de alcohólicos anónimos y allí encontrará a Daniel, el padre del que fue su prometido. Este, se convertirá en un puntal para que no se hunda totalmente.

La película nos muestra una evidencia clara y es que ante un duelo profundo, marcado por una culpabilidad insuperable, este no puede superarse sin ayuda externa.

El duelo profundo precisa de ayuda profesional

Estamos ante personajes de clase media baja y la falta de seguro médico típico en Estados Unidos no facilita disponer del servicio asistencial que sería preciso más allá de recetar ansiolíticos y potentes analgésicos.

La vida nos pone retos, y de alguna manera la película apoya el amor fati que en latín significa "amar el destino".

Los personajes han sido abducidos por un destino cruel. Daniel ha encontrado en su afición al modelismo ferroviario, una forma de representar en su maqueta la vida que hubiera querido y que no tuvo.

Pero Allison es incapaz de rehacer su vida, una vida que tuvo que afrontar en sus comienzos el abandono de su padre. Su madre, que la cuida, no puede comprender la depresión profunda de su hija.

Daniel, por su parte intenta ayudando a Allison redimirse del maltratado salvaje a sus hijos cuando estaba borracho.

Cuando la culpa se siente imperdonable

Allison avanza hacia la destrucción porqué no puede cargar con su culpa. La película nos habla del perdón a los demás, pero sobre todo del perdón a uno mismo ya que no siempre tenemos el control de nuestra existencia

Sin embargo, es evidente que no es fácil vivir cuando se ha roto brutalmente un futuro posible y amado. Algo que la película Otra Tierra (2011) lleva al límite desde una perspectiva menos edulcorada que Una buena persona.

Escena a escena seguimos el flujo de logros y fracasos que experimentan los protagonistas a la hora de sanar, recomponer relaciones o situaciones, en definitiva,  aprender a vivir soltando aquello que no se puede cambiar.

Es una película pues cuya moraleja es poner en evidencia que frente a la pérdida con culpabilidad se precisa de ayuda profesional. El reloj Rollex que su padre le legó antes de abandonarla será el salvoconducto para salir de vórtice adictivo que succiona la vida de Allison a un final fatal.

La salvación de Allison empieza cuando asume que sólo internándose en un centro especializado en tratar adicciones podrá recuperar su vida.

Es entonces cuando la muerte entra en escena como maestra para que afloren nuestros miedos y los convirtamos en el motor para sanarnos y abrirnos a la Vida, desde el amor.

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