Vuelvo a casa nos muestra que la vida es imprevisible, que la muerte golpea sin avisar y que por eso es importante no tener deudas afectivas con las personas que queremos. El film también nos adentra en el hecho que tener aficiones e inquietudes ayuda a superar los sucesos trágicos y que atacan nuestra estabilidad emocional.

La película es la historia de un gran actor de teatro. Gilbert Valence, instalado en la cómoda rutina de sus exitosas funciones. Su talento y su larga carrera lo han hecho merecedor de los más grandes papeles. Pero mientras interpreta el papel de Bérganger en "El rey se muere", de Eugène Ionesco la tragedia entra en su vida puesto que su mujer, su yerno y su hija mueren durante su representación en un accidente de tráfico.  Es así como Manoel de Oliveira teje conexiones entre la vida del teatro y la tragedia de la vida.

Tras este trágico suceso Gilbert trata de recobrar el rumbo de su vida con la ayuda del teatro y de su nieto, al que adora y deberá cuidar. Vuelvo a casa es una obra llena de referencias literarias, en cuyas palabras se dibujan las piezas del puzzle que permite comprender el devenir del personaje principal. Ciertamente, su director, Oliviera traza un personaje que más que llevarnos a un final nos esparce un montón de matices de alguien desencantado del mundo en el que vive.

El título es un concepto en sí mismo. Vuelvo a casa es una forma educada de unir "No puedo hacer más", "Mi reino por una cama" y "Te enojo". La salud insolente (¡Oliveira rueda esta película con 93 años!), su habilidad para jugar con su vejez, para despedirse, para enviar todo al cuerno como si de un niño ingobernable se tratara son aspectos inherentes en esta película. Todo el metraje rezuma su esencia, la de un filósofo gracioso frente a la muerte y que, en última instancia, resulta desconcertante. Sinceramente, es una película sobre la muerte, pero compleja como el veterano director que la firma.