El término técnico para designar a los coches fúnebres, es el de vehículo de transporte funerario. En este concepto se engloban el coche de servicio fúnebre y el furgón fúnebre.
El coche de servicio fúnebre es aquel que se ha carrozado para transportar, pero a la vez mostrar un féretro y los ornamentos florales que le acompañan.
El furgón fúnebre en cambio es aquel que se emplea para el traslado de más de un cadáver. Todos los coches fúnebres se fabrican sobre chasis y motores de combustión interna de gama alta.
Hoy, ante la problemática de la calidad del aire en las ciudades se fabrican ya algunos modelos de vehículos funerarios híbridos e incluso eléctricos.
Históricamente, el transporte de un féretro ha sido un ritual. A partir del siglo XVII toma relieve el concepto de carroza fúnebre para transportar el ataúd o féretro que contiene los restos mortales del difunto.
Los estilos de aquellas carrozas han sido objeto de coleccionismo y existen algunos museos al respecto (1) (2).
En el ritual funerario de casi todas las culturas, el traslado del difunto desde su hogar o lugar de defunción hasta el cementerio o instalación funeraria conlleva un transporte en el que, especialmente en las ciudades, se ha emplea un vehículo.
En épocas pasadas estas carrozas fúnebres fueron tirados por caballos, hoy son vehículos motorizados. En el último medio siglo se ha impuesto el modelo tipo limusinas funerarias.
Estos vehículos han resplandecido y se han adueñado del concepto visual de un servicio funerario y de la normativa legal para el trasiego de cadáveres.
El coche fúnebre como concepto no deja de ser una cabina para el conductor que permita opcionalmente algún pasajero con un chasis capaz de albergar un ataúd y los ornamentos que le acompañan.
Un coche fúnebre (técnicamente vehículo funerario) es un vehículo automóvil provisto de la correspondiente autorización para la prestación de servicios de transporte funerario.
La normativa técnica somete la autorización del vehículo funerario al cumplimiento de tres requisitos básicos:
- el espacio para el ataúd (este debe ser suficiente para contener el féretro y facilitar su manipulación),
- la separación entre la cabina y el espacio mortuorio (esta separación debe ser estanca), y
- todos los materiales del habitáculo deben ser impermeables e higienizables.
Los coches fúnebres son caros de fabricación ya que incorporan una componente artesanal y forman parte de un mercado limitado. No es un sector que se prodigue a favor del transporte sostenible, salvo excepciones.
Como hemos mencionado, la normativa obliga que el ataúd debe viajar aislado, en un entorno que sea fácil de desinfectar y con seguridad en lo que concierne a la sujeción y manipulación.
Los mecanismos para extraer el ataúd son sin duda ingeniosos. Además, el compartimiento del ataúd debe facilitar el anclaje de los ornamentos florales y facilitar la higienización.
La clave del diseño de los coches fúnebres está en la visibilidad de su carga: el ataúd, por eso la imagen que caracteriza a estas limusinas funerarias son sus amplias cristaleras para mostrar el féretro y los adornos florales característicos.
El color del vehículo, tradicionalmente el negro, ya no marca tanto la diferencia puesto que también se usa el blanco, lo que caracteriza su estilo es sobretodo la forma.
La mayor parte de los fabricantes de coches fúnebres carrozan sobre chasis de coches de lujo, especialmente de marcas como BMW, Jaguar, Mercedes, etc.
La función de un vehículo funerario es muy elemental: trasladar los restos mortales del difunto dentro de su féretro. La carga, el ataúd, como mucho pesa menos de 120 kg más el conductor y a veces algún acompañante.
Todo el diseño del vehículo radica en un sinfín de mecanismos y acabados para el acople el féretroal chasis de forma que este no se mueva y quede perfectamente expuesto con todo el ornamento que acompañe al difunto. Sin duda es un escaparate a menudo de alta ingeniería.
La carrocería del vehículo fúnebre desde sus inicios ha buscado una forma propia para que se identifiquen perfectamente de un vehículo convencional.
El punto de partida del diseño de un vehículo funerario ha sido siempre imitar a una limusina más que a un vehículo de carga. La longitud del mismo tiene que ver más con esta funcionalidad de escaparate que de necesidad de carga.
El coche de servicio fúnebre convencional, habitualmente realiza los servicios de traslados del féretro entre el domicilio del difunto y el tanatorio o iglesia y desde estos hasta el cementerio o crematorio. Sin embargo, también se utilizan para los traslados de difuntos entre poblaciones, función que compete exclusivamente a los vehículos funerarios.
Esta es la razón por la que los vehículos funerrios van equipados con motores térmicos convencionales. En general, se calcula que alrededor de entre un 15 y un 20 % de los servicios funerarios son traslados a otras poblaciones o comunidades autónomas y requieren de vehículos rápidos y eficientes.
El concepto de furgón fúnebre se destina al vehículo de recogida del cual existen dos tipologías de vehículos.
Los destinados a recogidas de conducción inicial o transporte del cadáver desde el lugar de fallecimiento al domicilio mortuorio o lugar elegido por la familia para velarlo. Para ello se emplean los vehículos de recogida de difuntos, que son diferentes de los del cortejo o servicio fúnebre.
Este tipo de vehículos que transportan el cadáver antes del enferetramiento son tipo furgoneta-ambulancia ya que los cadáveres viajan en bolsa de plástico en lugar de ataúd.
Se fabrican para cuatro camillas articuladas, con elevador hidráulico de plataforma y su estructura trasera debe ser metálica con anclajes de seguridad para evitar el balanceo y movimientos del féretro durante el trayecto.
De vehículos de recogida hay dos tipologías. Los de recogida convencional antes de enferetramiento, que son furgones convencionales como hemos comentado, y los del servicio judicial que son furgones igualmente pero dotados de climatización especial o refrigeración,
Para este tipo de recogidas judiciales la furgoneta de llevar luces de prioridad de acuerdo con el Código de Circulación.
Otras tipologías
También hay vehículos combinados tipo furgoneta que tienen capacidad para cuatro personas, más el conductor y el féretro. Esta gana permite la posibilidad de viajar junto al difunto y dan comodidad y evita retrasos o pérdidas de la comitiva en los traslados.
Finalmente, hay los vehículos da acompañamiento son vehículos convencionales de gama media a alta para pasajeros que las funerarias ponen a disposición de los asistentes al servicio funerario para trasladarse entre las instalaciones que intervengan (iglesia, tanatorio, crematorio, cementerio).