Enseñar a morir es el aprendizaje de aceptar esta realidad vital y, por tanto, enseñar a planificar nuestra despedida de todos los seres que queremos con todos los detalles posibles.
Nos aferramos tanto a la vida que nos olvidamos de aprender a morir, lo cual forma parte de la vida. Aprender a morir no es saber cómo sortear el posible dolor, algo que si llega, saben hacer los de cuidados paliativos, cuando se tercia.
Enseñar a morir es un aprendizaje basado en la simulación, pues sólo hay una única muerte. Pero, también a los pilotos, antes de tomar los mandos de un avión pasan por el simulador.
Si se nos enseña a vivir, a celebrar la vida, el nacimiento, el matrimonio, los cumpleaños, es evidente que escoger la ceremonia de nuestra muerte debería formar parte de nuestro aprendizaje vital más preciado.
España tiene un problema vital y es que no da tiempo a diseñar la ceremonia funeraria. Las personas residentes en nuestro país que provienen de otros países europeos se quejan de esta rapidez insensata.
Todo el mundo debería tener el tiempo necesario para tomar decisiones respecto a cómo planificar su ceremonia funeraria. Hay algunas indicaciones posibles, pero sobretodo es preciso impulsar una pedagogía funeraria.
A continuación facilitamos algunas guías para adentrarse en la cuestión basada en una guía británica sobre el tema.
Un funeral puede ser natural o ecológico o simplemente ser una ceremonia al uso de las tradiciones. Es evidente que la legislación no es precisamente favorable a un funeral natural, pero este nunca existirá sino tomamos conciencia de ello.
nseñar a morir es también empoderamos para que las empresas funerarias se adapten a nuestras apetencias y no nosotros a las de los dirigentes de la misma.
Un funeral ecológico es aquel que de entrada rechaza la cremación y escoge ser enterrado en un espacio natural memorial (cementerio natural). Esta opción no existe en España, pero tenemos el ejemplo de otros países.
Podemos presionar a nuestros representantes en el Congreso español para que legislen a su favor. En el Reino Unido donde se han impulsado estos cementerios naturales desde la década de los noventa, se ha hecho con una normativa sencilla y efectiva.
Con el fin de acelerar la descomposición y que la huella ecológica del funeral sea menor en algunos países se incentivan los ataúdes de materiales biodegradables como el cartón y se rechaza toda intervención tanatopráctica.
La belleza inmaterial implícita en un cementerio natural es su verdadero valor memorial para la familia del fallecido.
Enseñar a morir es también escoger adecuadamente los productos funerarios que se emplearán. En la cremación esta debería ser en un horno adecuado a la normativa más estricta de protección de la calidad del aire, algo que por ahora es escaso en España.
Si nuestra sensibilidad lo permite, la mejor opción es escoger la cremación directa, pues permite organizar el servicio de forma que se aprovecha la energía de cada cremación para la siguiente.
El mercado de la cremación directa no existe en nuestro país, pero es posible; sólo que exige que luego en la ceremonia de despedida no haya el cuerpo presente, solo las cenizas .
En la cremación directa de calidad se garantiza una recogida acordada, una preparación del difunto y un ataúd para cremación.
Luego tras un buen servicio funerario de cremación low cost queda la libertad de poder organizar la ceremonia de despedida del agrado del difunto y la familia.
Enseñar a morir es entender la ceremonia funeraria como la mejor despedida ritual posible imaginable. Con la cremación directa no está presente físicamente el cuerpo difunto y eso evita las prisas de la gestión del cadáver.
Cuando ponemos el corazón en algo importante y la despedida terrenal lo es facilitamos el duelo.
De la misma forma que no dejaríamos que nuestra boda la diseñara un externo (otra cosa es el asesoramiento) pues en el funeral es lo mismo.
Precisamente, por la emotividad que habrá en esta despedida hay que centrarse en una buena selección de los elementos materiales e inmateriales escogidos.
Es decir, desde los recuerdos físicos que puedan entregarse, pasando por los ornamentos estéticos (florales o de otro tipo) hasta la selección de textos, imágenes, vídeos y música si así lo valoramos.
Simular el propio funeral
En la pedagogía funeraria, como hemos dicho el método de trabajo es la simulación; así que pensar en aquellos elementos que nos gustarían para despedirnos es un ejercicio que nos hace tomar consciencia de lo importante que es la Vida en el presente mientras la disfrutamos.
Hay un recurso audiovisual muy interesante para este ejercicio creado en Francia en 2007 y disponible en la red, el llamado Thanatorama.
Pensar en el funeral no es sólo para los viejos sino también para los jóvenes. Evidentemente, como en todo, los gustos varían y además evolucionan con la edad, pero no importa.
Lo esencial es que dado que conocer la hora de la muerte nos está vetado, saber aquello que en cada momento habríamos elegido (textos, canciones, filmaciones, imágenes, etc.) para despedirnos nos fortalece como seres humanos y nos da fuerza para dar lo mejor de nosotros mismos.
Otros querrán marcar unos pasos más allá de su despedida como la protagonista de la película Cuando ya no esté.