Cada vez hay más personas que valoran que la despedida del plano terrenal sea a modo de fiesta. Sin embargo, para celebrar un ritual fúnebre festivo es preferible que se haya planificado antes del deceso.
En cualquier caso, aunque expresar la alegría frente a una muerte se observa como algo paradójico, o se ve incluso como irreverente, es saludable.
Algunas culturas ya velan la muerte poniendo énfasis en la alegría de vivir, en celebrar que el difunto nos ha dejado lo mejor de sí y que su ciclo vital inicia otro periplo.
En la cultura católica, el funeral va precedido del luto, de la tristeza por la pérdida, aunque haya fe en que el alma resucitará algún día.
El luto es una ritualización ante el sentimiento de pérdida universal frente a la muerte, pero la expresión emocional de este sentimiento varía según las diferentes culturas.
Cantar, bailar, comer y beber en comunidad, pero también escuchar o interpretar música o leer poesía, son algunas de las expresiones que pueden acompañar a un funeral festivo para que deje de ser un evento triste.
Los rituales festivos requieren de una organización previa al deceso. En algunos casos puede que en la tradición cultural ya esté establecido el protocolo del ritual. Pero si no es el caso, requiere de una planificación previa que sería el caso en España.
Para celebrar la muerte como un evento majestuoso de la vida, sólo es posible como escribió José Luis Sampedro (1917-2013): " Lo que no nos enseñan es que el día que se nace se empieza uno a morir, y la muerte nos acompaña cada día!".
Algunas empresas de eventos ofrecen este acompañamiento para organizar la vela o el funeral como una fiesta. Pero, cualquiera lo puede diseñar según sus preferencias.
Basta sólo con que la familia o los seres allegados tengan claro este planteamiento de que se celebre un funeral festivo. Luego los asesores de la empresa de eventos puede contribuir con su experiencia a a concretar los deseos o aspiraciones para la celebración ritual.
Aunque no es habitual, algunos ayuntamientos, a parte del tanatorio gestionado por las empresas funerarias, ofrecen locales públicos para funerales laicos o civiles. En cualquier caso, la organización festiva de un funeral es una opción a nuestro alcance.
Cuando me vaya de este lugar
decora el porche con guirnaldas
igual que lo harías para una boda mi amor
saca a la gente de sus casa
y bailad en las calles
cuando llegue la muerte
como una novia en el altar
despídeme con mi traje más bonito
sirve helado con pétalos de rosas a nuestros invitados
no hay motivo para llorar mi amor
llevo esperando toda mi vida
a una belleza así para
que me deje sin aliento
cuando me vaya
deja que sea una celebración
porque he estado aquí
he vivido
he ganado a este juego llamado vida.
Poema de Rupi Kaur (1992 -) de la obra El sol y sus flores el cual expresa en pocas palabras este impulso de convertir la muerte en una celebración.
Su vida fue la música crítica y contracultural. Pau Riba (17 agosto 1948 - 6 de marzo 2022) fue un cantautor precursor del rock catalán en los años setenta y ochenta y artista polifacético. Cantaba y transgredía, era irreverente, arrollador e iconoclasta. Y su funeral, tal y como lo había enunciado, fue también una provocación.
El funeral, celebrado el 7 de marzo 2022, no fue una despedida, sino una celebración de la vida, donde la risa y la alegría era el atuendo imprescindible para participar. Muchos de los invitados, músicos y otros artistas, también fueron vestidos informales, como le gustaba al cantautor, cuya alma de punk llegó hasta el final.
Otro cantautor de su generación, Jaume Sisa (1948 -) vestido con un jersey de color calabaza, le puso palabras a la situación: “yo he sufrido muchos estos meses viéndolo enfermo, ahora hay que celebrar la vida”.
La mejor despedida del escenario vital para un músico es ser cantado por otros intérpretes mucho más jóvenes que él. Pau Riba, contó con la colaboración de sus cinco hijos de cuatro mujeres diferentes, quiénes diseñaron una fiesta fúnebre para celebrar su vida., Los invitados al Tanatorio de Sant Gervasi en Barcelona, pasaron a ser protagonistas de una especie de concierto improvisado lleno de música, humor y buenos recuerdos.
Tampoco faltó la sensibilidad de algunos, pero el cuerpo difunto del cantautor vigilaba desde el fondo de un ataúd de madera cruda coronado con su guitarra preferida, para que nadie escapara por el corredor de la tristeza. El final de la vida había terminado, la celebración era la continuación: el patrimonio cultural que ha legado su recordatorio.
Pau Riba, cantautor, roquero, hippie, provocador, siempre fue una fiesta. En una de sus últimas intervenciones públicas expresaba claramente su visión sobre la muerte "Anem naixent i anem morint, i això també manté una mica l'equilibri" (vamos naciendo y a la vez muriendo, y eso también mantiene un poco el equilibrio) Tras la celebración nace la leyenda que quedará enmarcada en el VIVIR en mayúsculas. Un ejemplo, radical y lisérgico, pero un ejemplo.
Su epitafio, podría ser un verso suyo: "Que no et facis vell sense fer-te gran, que no et facis gran sense créixer" (que no te hagas viejo sin hacerte mayor, que no te hagas mayor sin crecer).