La muerte es una constante en la vida, que se presenta diariamente en nuestra cotidianidad con absoluta certeza.
La muerte es a su vez un nacimiento, un evento que nos recuerda lo importante que es saborear la vida. La muerte es la puerta que separa lo material de lo energético, aspectos que definen nuestra eternidad.
Así pues, la vida como la muerte deben ser celebradas con gozo y esperanza. La vida nos permite transitar lo físico de nuestra eternidad, mientras la muerte nos devuelve a lo energético de nuestra conciencia unitaria.
El compromiso con el planeta Tierra, nuestro entorno físico, no necesita que este se detenga en la ceremonia del final de la vida.
Podemos celebrar la despedida sin dañar la Vida que nos rodea aunque nuestro cuerpo físico ya no esté presente en este último acto póstumo..
Muchas personas han comenzado a concienciarse de que sus últimos deseos en el final de la vida deben y pueden materializarse desde una perspectiva ecológica.
En los funerales se puede ser consecuente con el compromiso que uno haya tenido en vida a favor de la conservación de la naturaleza.
Cuando llega el momento de que debemos hacer frente a la muerte no deberíamos pensar que "ya se apañarán los que quedan".
Lo más sensato es asumir también la responsabilidad de que nuestra despedida, tal y como nos gustaría, asuma a su vez criterios ecológicos.
Una buena muerte es también la que va acompañada de una buena despedida. El enfoque natural aplicado a los funerales se ha llevado a cabo en algunos países. En los países donde se aplica la base del mismo es la inhumación en cementerios para el entierro ecológico.
Los llamados cementerios verdes o naturales se ubican en la naturaleza, en espacios forestales o rurales con un buen estado de conservación del paisaje. Y en ellos se practican la inhumación directa en el suelo con materiales biodegradables.
El emblema de un entierro natural son los ataúdes de materiales biodegradables, (cartón, maderas locales, etc.), y la mortaja sobre una camilla de material renovable.
Un entierro ecológico o un funeral natural está diseñado para que este tenga un impacto ambiental mínimo y preserve los bienes naturales comunes, y que sobretodo enfatice también la simplicidad y la sustentabilidad.
Aunque el entierro del cuerpo directo en la tierra nos pueda parecer revolucionario, la mayoría de los entierros, antes de mediados del siglo XIX, se llevaban a cabo de esta manera.
Muchas tradiciones aún requieren que el cadáver se entierre sólo con mortaja. Las razones para seleccionar este tipo de entierro varían de persona a persona, pero todavía en nuestra sociedad no se enseña el buen morir.
Disponemos de tres buenas razones para pensar y organizar un funeral natural sin esperar a los momentos previos al final de la vida.
-Ahorro en costos. Los entierros ecológicos pueden ser sustancialmente menos costosos porque no incluyen los altos costos de embalsamamiento, de los ataúdes ornamentados o de las tumbas de cemento y lápidas de mármol. Dependiendo de los elementos y del diseño de la ceremonia del funeral, en los países donde se permite el entierro ecológico este puede ser incluso más barato.
-Respetuoso del medio ambiente. Tienen menos impacto en el medio ambiente debido a la utilización de materiales biodegradables y no se inyectan productos tóxicos en el difunto (tanatopraxia).
-Espiritualmente terrenales. Muchas personas sienten una conexión especial con la naturaleza. El acercamiento a la naturaleza silvestre permite al fallecido regresar a la tierra de forma natural.
En cualquier caso, lo más importante es dejar constancia de que queremos una despedida con tintes ecológicos a nuestros allegados. Aquí te ofrecemos un guión para pensar sobre el tema.
En España no es posible la inhumación directa en el suelo sin ataúd, pero por lo demás podemos organizar un funeral simple y ecológico.
Por si todavía no lo tenías claro, aquí va un video (en francés) de la cadena ARTE donde en poco menos de 3 minutos argumentan el impacto ecológico de cada tratamiento post mortem. Una pequeña joya de la comunicación.