Adentrarse en el conocimiento de la tradición budista y mazdeista de la excarnación o descarnación con aves carroñeras es también una invitación a conocer mejor estos animales sagrados.

Es cierto que los buitres tienen una envergadura de más de dos metros de alas, pueden parecer feos y tienen mala reputación popular (basta con ver las locuciones en los que se comparan comportamientos humanos negativos con los buitres).

Los buitres son carroñeros obligados y carroñeros facultativos (como otras rapaces, córvidos o mamíferos carnívoros) y por tanto forman parte importante del proceso natural de muerte en la naturaleza. Su actividad alimenticia basada en carroña reaprovecha un residuo, y evita la propagación de enfermedades que podrían desarrollarse en los cadáveres de los animales en descomposición.

Los humanos y las carroñeras llevamos milenios interactuando de diferentes maneras. Los humanos prehistóricos se fijaron en la capacidad de las aves carroñeras para encontrar cadáveres y poder utilizar partes de su cuerpo como alimento. De hecho, el instrumento musical más antiguo conocido es la llamada flauta de Hohle Fels encontrada en Alemania y está elaborada con un cúbito de buitre leonado y tiene 35.000 años.

En esta ocasión, más allá del interés etnológico por los funerales con buitres, creemos importante dar a conocer el estado de conservación de estas “aves funerarias” que nos ofrece la naturaleza a pesar de que no son precisamente socialmente apreciadas. Todas las aves carroñeras están protegidas por la legislación de protección de la biodiversidad.

El papel de las aves carroñeras en la naturaleza
La presencia de poblaciones saludables de buitres tiene beneficios para los ecosistemas y las sociedades humanas. Foto de Unsplash.

Los buitres han desarrollado adaptaciones morfológicas, fisiológicas y de comportamiento que los convierten en carroñeros obligados extremadamente eficientes.

Son aves altamente ineficientes para cazar presas vivas, aunque ocasionalmente, se haya informado que algunas especies de buitres matan animales jóvenes, débiles o heridos.

La presencia de poblaciones saludables de buitres tiene beneficios para los ecosistemas y las sociedades humanas. La conservación de los carroñeros es imprescindible para la salud ecológico de nuestros paisajes.

Por ejemplo, la excarnación de cadáveres por parte de los buitres ahorra millones de euros al año ya que evita la recolección, transporte de largo recorrido e incineración de ganado muerto.

Así que el  principal servicio ecosistémico de las grandes aves carroñeras es procesar los restos inservibles del ganado y otros residuos orgánicos que resultan indeseables para los seres humanos.

Las aves carroñeras además pueden controlar el crecimiento de especies de plagas que se alimentan de manera oportunista de los cadáveres al limitar la disponibilidad de alimentos en el medio ambiente.

Este papel regulador tiene claros beneficios para la salud humana, como lo demuestra el aumento de las poblaciones de perros salvajes y los casos de rabia humana tras la crisis de la casi extinción de los buitres en India.

Contribuir a la economía y la ecología local

Los buitres también brindan ingresos a las comunidades locales a través del turismo basado en la experiencia de observar aves carroñeras y conocer sus contribuciones no materiales para las personas (por ejemplo, mejorar las conexiones entre la vida silvestre y los seres humanos).

La comunidad de aves carroñeras tiene un papel clave evidente en nuestra sociedad, por su labor de control de enfermedades y eliminación de cadáveres de ganado y de animales salvajes.

Los beneficios aportados por las poblaciones de aves necrófagas para las poblaciones y la economía local han sido cuantificados en un estudio titulado Economic valuation of non-material contributions to people provided by avian scavengers: Harmonizing conservation and wildlife-based tourism.

Sus autores han descrito y valorado económicamente las experiencias recreativas y educativas vinculadas con el turismo relacionado con las aves necrófagas en España, concretamente, en los llamados Puntos de Alimentación Suplementaria para buitres en los Pirineos y demostrar con datos su importante contribución a los ingresos para las poblaciones locales cercanas a estas zonas.

Estas organizaciones, como la Asociación Trenca (que desde hace años gestionan una red de muladares en los Pirineos) con su actividad por un lado, garantizan la disponibilidad de alimento de forma regular (a pesar de las políticas sanitarias restrictivas) y segura (reduciendo el riesgo de envenenamiento o la intoxicación por el consumo de fármacos veterinarios, pesticidas o plomo de la munición de caza) para las especies de buitres.

La población de buitres en las áreas que se practica el entierro en el cielo
Mural pintado en 2007 por el artista chino Liu Xiaodong que ilustra un entierro en el cielo. La obra fue expuesta en la galeria Mary Boone Galery en abril 2008. https://www.maryboonegallery.com/exhibition/384/work.

El entierro en el cielo (Sky burial) es una tradición fúnebre sobretodo arraigada en las creencias budistas y se practica especialmente en el norte de la India, Nepal, Buthan, Tíbet y regiones remotas de China.

Para este ritual es imprescindible que haya poblaciones de buitres alrededor de las áreas de deposición de los cadáveres. Pero, como hemos mencionado, excepto en el Tíbet y Nepal, las poblaciones de aves carroñeras están disminuyendo de forma alarmante.

En los años cincuenta del siglo XX, se estimaba la población de buitres en la India era de alrededor de 60 millones de ejemplares. A día de hoy (2020) los estudios sobre las poblaciones de buitres en aquel país muestran que estas han caído al 99,9 % en algunas de las especies.

Se estima que sumando las poblaciones de todas las especies sólo quedan unas 60.000 aves. De las nueve especies de buitres que colonizaban el continente indio, cuatro de ellas están en peligro crítico.

Es cierto que esta ave está sufriendo la creciente urbanización del país y que, los vertederos donde antes se tiraban los cadáveres de reses y otros animales están desapareciendo en aras a la mejora de las condiciones higiénicas.

Evidentemente, esto reduce sus aportes alimentarios lo cual incide sobre la reproducción y por tanto el mantenimiento de sus colonias. Sin embargo, el problema de esta alarmante disminución responde al envenenamiento por un fármaco veterinario.

Creencias religiosas ante la desaparición de los buitres
Torre del Silencio de Malabar Hill en Bombay, fotografiada a finales del siglo XIX. Foto: Wikicommons

Ubicados entre Bombay y el norte de la India, los parsis, seguidores de la fe zoroastriana o mazdeista, están viendo amenazada su tradición fúnebre de la excarnación con buitres por el declive de las poblaciones de estos carroñeros. La pandemia del covid-19 también ha impedido el rito de la excarnación en las Torres del Silencio para los fallecidos calificados de infectados por el Sars-Cov2.

Los zoroastrianos consideran que la mejor acción final de su vida es que el cadáver del cuerpo que ocupó su alma sirva de alimento a las aves carroñeras, en especial de los buitres, que viven de materia muerta. Este ritual conocido como dokhmesani es el último acto de caridad realizado por un fiel.

La materia muerta desde su fe es vista como un contaminante o nasu, y la tradición sacerdotal explica que dokhmesani pretende evitar que el nasu contamine el agua, la tierra o el fuego. Después de la muerte, el cuerpo no importa.

Así que en unas construcciones conocidas como las Torres del Silencio (Dakhma), depositan sus cadáveres que una vez los buitres han ingerido la carne, será el sol quién desecará los huesos que quedan facilitando su descomposición y evitando que las impurezas del cuerpo afecten a la Tierra. 

Seguir con su tradición es cada vez más difícil ya que el cadáver no se descompone en el tiempo especificado. Incluso se da el caso que algunos lugares de excarnación han instalado concentradores solares para deshidratar sin fuego de forma más rápida el cadáver a falta de buitres.

En opinión de los zoroastrianos, el gobierno indio debería establecer santuarios de buitres cerca del lugar de excarnación para la eliminación de cadáveres. Esta actuación también sería útil para aumentar la población de buitres.

El envenenamiento por diclofenaco
Buitre muerto por diclofenaco. Foto: Funeral Natural

La Nature Environment and Wildlife Society afirma que la razón más importante que afecta a la extinción de las especies de aves carroñeras en India es por envenenamiento.

El tóxico ingerido por el que mueren en cantidades tan grandes es el fármaco conocido como diclofenaco, un medicamento que se administra masivamente al ganado en el continente India (Pakistán, India, Nepal).

El diclofenaco es un fármaco antiinflamatorio no esteroideo (NSAID, por sus siglas en inglés) muy utilizado para diversas dolencias del ganado. Este se incorpora en el tejido muscular del animal tratado con este medicamento.

Los buitres y otras aves carroñeras como el quebrantahuesos o el alimoche, que se alimentan de cadáveres de ganado a los que se les ha suministrado diclofenaco, sufren de una enfermedad llamada 'cabeza caída' y sus riñones dejan de funcionar en un tiempo bastante corto hasta matarlos.

En India, el índice de presencia del diclofenaco en la carroña era del 0,3%. Los expertos aseguran que con una sola carroña contaminada se mueren todos los buitres que comen ahí, por ejemplo, hasta 50 ejemplares.

El envenenamiento es irreversible cuando los buitres comen restos cárnicos de un cadáver que hubiera ingerido diclofenaco doce horas antes de morir.
 

El fetichismo chino y la desaparición de los buitres

Hoy en día, los buitres en China, (hay ocho especies) también se enfrentan a muchos problemas de supervivencia.

El envenenamiento por pesticidas, las centrales eólicas, la caza furtiva, la captura, el comercio de especímenes, la construcción de carreteras y el uso de partes de buitres con fines culturales son algunas de las amenazas que padecen.

En algunas áreas remotas de las regiones chinas de Qinghai y Sichuan y donde se practican los entierros en el cielo las poblaciones de buitres están amenazadas además por ser cazados y extraerles partes de su cuerpo consideradas, sin base científica alguna, como amuletos o medicinas.

Un estudio de 2015 analiza las amenazas y la situación de las especies de carroñeras presentes en China.

La población de buitres en España
Buitre leonado fotografiado cerca del parque de Montfragüe en Extremadura. Foto de Unsplash.

España es el refugio de los buitres europeos, de ahí la importancia de contribuir a la protección de estas aves. El territorio español alberga el 94% de los buitres leonados, el 98% de los buitres negros, el 97% de los alimoches y el 63% de los quebrantahuesos de toda Europa.

La labor sanitaria y ecológica de las aves carroñeras en los paisajes naturales y en los muladares autorizados de nuestro país no es nada despreciable. De ahí que la legislación española (ver el Real Decreto 1632/2011, de 14 de noviembre) apoya la regulación de la alimentación de determinadas especies de fauna silvestre con subproductos animales no destinados a consumo humano

La población de buitres en España elimina unas 9.000 toneladas de carroña cada año de los muladares. La mayoría proviene de reses ganaderas muertas como lo muestra el informe titulado: Evaluación del cumplimiento del R.D. 1632/2011, de 14 de noviembre, por el que se regula la alimentación de determinadas especies de fauna silvestre con subproductos animales no destinados a consumo humano.

Este informe, con datos de 2018-2019, estima las necesidades de biomasa de las especies necrófagas en España, las cuáles estarían en torno a las 21.306 toneladas por año. De acuerdo con los restos aportados por los muladares estos cubrirían más del 45 % de sus necesidades alimenticias.

Así mismo advierte que es preciso tener en cuenta que las especies necrófagas consumen carroña procedente de otras fuentes distintas a las derivadas de los programas oficiales de alimentación, tanto de ganado doméstico (aproximadamente un 65-80%, 40%, 25-43% y 28% para el buitre leonado, buitre negro, alimoche y quebrantahuesos respectivamente) como de presas silvestres (35-20%, 60%, 75-57% y 72% para buitre leonado buitre negro, alimoche y quebrantahuesos respectivamente, por lo que los datos de cobertura de sus necesidades alimenticias han de ser evaluados con cautela. 

En otras palabras, el servicio ecosistémico de los buitres retirando cadáveres de ganado se calcula que equivale a cerca de 1,5 millones de euros anuales.

El diclofenaco en España
Publicidad del diclofenaco potásico de uso veterinario.

Este fármaco empleado en veterinaria para el ganado está autorizado en nuestro país desde 2013 (la península ibérica concentra el 90% de todos los buitres de Europa). 

La ficha técnica elaborada por la Agencia Española del Medicamento reconoce el riesgo de este medicamento veterinario y advierte simplemente que no debe suministrarse "a animales susceptibles de entrar en la cadena alimentaria de la fauna salvaje". Es decir, que no se debe administrar si el ganadero, cuando muera se deja en muladares para que sea eliminado por las aves carroñeras.

En España ya se han encontrado casos de envenenamiento de buitres por diclofenaco. Por tanto, el riesgo de que mueran buitres negros o aves carroñeras de otras especies en Europa por esta causa es muy real.

Lamentablemente, no siempre se puede detectar ya que para ello hay que encontrar el animal muerto y poderlo analizar. Actualmente, en España está autorizado el uso veterinario de un total de 11 fármacos antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), incluido el diclofenaco, y la mayoría de ellos son considerados como potencialmente tóxicos para las aves carroñeras.

Un estudio publicado en 2020 demuestra la presencia de residuos de AINEs en el 4,4 y el 3,2% de las carroñas de oveja y cerdo analizadas, respectivamente, concretamente de flunixin (en el 1,8% de las carroñas), ketoprofeno, diclofenaco y meloxicam (los tres en el 0,4% de las carroñas).

El mismo estudio detectó catorce aves (once buitres comunes, un alimoche, un ratonero común y un milano negro) tenían residuos de AINEs: flunixin en cuatro buitres comunes y meloxicam al resto. El flunixin se asoció con la causa de la muerte (gota visceral y/o daño renal) en tres buitres comunes. Basta un 1% de diclofenaco el tejido muscular para que este fármaco puede causar daños a la población de las carroñeras.

El distribuidor de diclofenaco en España, Fatro Iberica afirma que este medicamento veterinario no ha incidido en las poblaciones de buitres del país. Sin embargo, advierte que se sigan las prescripciones de no administrarlo a animales que al final de su vida se traten en un muladar.

La ingesta de residuos por parte de las carroñeras en los vertederos
Portada del estudio publicado en la revista Quercus, 433 (Marzo 2022) sobre las rapaces necrófagas que frecuentan los vertederos.

Los vertederos de basuras aunque sean depósitos controlados desde 2006 que se tiene constancia que las carroñeras empezaron a utilizarlos como espacios alimenticios. Desde entonces la inquietud de los naturalistas por este comportamiento de las carroñeras.

El problema no es sólo una cuestión de que puedan ingerir tóxicos, sino sobretodo la calidad de su alimentación y como esta puede afectar a la crianza de polluelos.

En un estudio reciente publicado en la revista Quercus 433 (Marzo 2022) sobre la cantidad de residuos en la alimentación de las carroñeras se observó que de 112 egagrópilas con un peso total de 2 kg.

En el 77 % de ellas aparecían plásticos (un 5 % del peso total), tejidos (un 3,7 %), papel (un 4,7 %), vidrio(un 0,3 %) o restos de metal (un 0.4 %), mientras que sólo un 23 % presentaron materia orgánica.

En otras palabras, un 14 % del peso total de las egagrópilas correspondió a materia no orgánica.  Evidentemente, los plásticos y otros materiales encontrados en las egagrópilas son residuos expulsados por las aves, pero las consecuencias sobre la salud de las aves que han ingerido estos residuos, el estudio no lo podía avaluar por falta de recursos.

De ahí que sea importante incrementar los estudios sobre como la ingesta de materiales residuales pueda afectar a las aves carroñeras que pululan por vertederos.

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