El cementerio nuevo de Arrigorriaga denominado Parque-Cementerio Municipal de Landaederraga, ubicado en el lugar denominado campas de Landaederraga se encuentra encima del parque de Mendikosolo
Este innovador cementerio fue inaugurado en 2012 y está ubicado en uno de los municipios del gran Bilbao. Este espacio fúnebre en el momento de su inauguración había costado 3,4 millones de euros.
Este parque memorial destaca por ser un cementerio multiconfesional en el que no se permite simbología religiosa (1). Su estética es muy peculiar ya que se organiza a través de un semi-círculo que envuelve una plaza verde que mira sobre un balcón con buenas vistas. Desde este espacio está permitido esparcir las cenizas de los difuntos.
El cementerio se organiza con dos espacios: el de nichos familiares, tanto para depositar restos como cenizas, y la zona de inhumaciones con tumbas bajo tierra sin lápidas. Este cementerio multiconfesional, a simple vista parece un gran parque arbolado por el que poder pasear.
Ubicado en una colina cercana al nucleo urbano, la necrópolis cuenta con un total de 850 nichos en los que guardar las urnas y los osarios, y 164 tumbas para enterramientos bajo tierra repartidas en un espacio de 2,4 hectáreas.
El espacio de tumbas fue concebido y construido para ser renovadas cada cinco años. Este tipo de gestión obliga a que transcurrido dicho tiempo, los restos que se encuentran enterrados son trasladados a otros lugares o exhumados en base a la decisión que adopte la familia. De este modo, las tumbas quedan libres para un nuevo uso.
Se trata de un enclave fúnebre que cumple también con funciones ecológicas y paisajística. El objetivo del diseño de este espacio fúnebre fue el de darle aspecto de un parque verde que invitara a pasear a meditar, a tumbarse en el césped o simplemente sentarse en algunos de los bancos situados bajo la sombra de un roble.
Que el conocido como nuevo camposanto de Arrigorriaga o Parque-Cementerio Municipal de Landaederraga fuera un cementerio singular fue el objetivo que buscaban sus impulsores, el alcalde de la localidad de aquel entonces (2011), Alberto Ruiz de Azua, y el arquitecto municipal, Patxi Gutiérrez.
Pero había otro objetivo de fondo, ofrecer un espacio igualitario y multiconfesional que fuera un espacio luminoso, abierto, donde abrirse y respirar la Vida. Por eso en su normativa se regula que en las tumbas no puede haber ninguna referencia que permita al visitante divisarlas a distancia.
El símbolo identificativo autorizado son unas lamas de madera, con lo cual el aspecto que toma el espacio de entierro es como se fueran una empalizada natural que adornan las laderas de la colina.
En el frontal de cada una va una sencilla placa proporcionada por el Ayuntamiento en la que se indica el nombre del fallecido. Los restos mortales podrán permanecer en la tumba un máximo de cinco años y luego se inhuman.
Para la construcción de la necrópolis, sus creadores respetaron los desniveles originales del terreno y los árboles.
Se respetaron 150 robles originarios del terreno y se plantado otros 50 árboles, entre olmos y hayas, así como más de tres mil arbustos. El resultado final es claramente un camposanto de corte minimalista.
Para conseguir un cementerio totalmente multiconfesional que no albergue ninguna simbología y a la vez pudiera ser un espacio de entierro plural los espacios fúnebres están orientados al Este para facilitar el entierro de personas de religión musulmana.
Otra singularidad del Parque-Cementerio Municipal de Landaederraga es que sólo se permite una única simbología fúnebre igualitaria, por eso el ayuntamiento vela para que no haya ningún tipo de símbolo religioso ni social, aunque permite, por ejemplo, las flores.
Tampoco se adecuó ningún espacio para edificar panteones. En definitiva, un minimalismo también sociológico con el fin de evitar que se expresen las diferencias entre ricos y pobres en vida.
El espacio en su conjunto es también una expresión de austeridad y de tranquilidad. La impresionante escultura de tres metros de altura en bronce, de Vicente Larrea que preside el recinto fúnebre quiere ser el símbolo del paso del mundo material al espiritual.