La danza macabra, o danza de la Muerte, es un fenómeno socioartístico de la Edad Media europea marcado por representaciones de la muerte en forma de esqueletos que se relacionan con figuras de personajes vivos.
Los expertos plantean que las primeras pinturas documentadas de la danza macabra fue un fresco pintado en 1424 en el cementerio de los Inocentes de París. Aunque el edificio de aquel ya no se conserva, se especula que un libro del impresor francés Guyot Marchant de 1485 recoge el trabajo artístico de aquellos frescos de 1424.
La representación de la muerte como esqueletos que danzan y hacen procesiones en pinturas murales, fue popular entre los siglos XV a XVII. Estas manifestaciones artísticas de la muerte se pintaron en diferentes iglesias de toda Europa.
Muchas de estas pinturas eran al fresco y se han deteriorado, pero algunas se han conservado y son el testimonio de este curioso movimiento social y artístico europeo de la Edad Media a favor de concienciar sobre la muerte.
El movimiento cultural relacionado con la Danza Macabra en Europa, para algunos historiadores, está relacionado con el arte oriental de la tradición budista. Es evidente que durante la Baja Edad Media, el contacto cultural entre Oriente y Occidente fue importante.
Hay evidencias pues, tal y como lo muestra el arte y la literatura de la época en ambos entornos culturales, que hubo una corriente de pensamiento social que valoraba la inevitabilidad de la muerte y que asumía que esta iguala a todas las clases sociales.
El historiador francés Emile Male (1862-1954) opinaba que fueron misiones franciscanas las que introdujeron la Danza Macabra en el teatro católico de misterios y, tal vez, también el tema de la leyenda de los tres vivos y los tres muertos.
En la corte mongol del Kublai Khan, que protegía al lamaísmo, había embajadores y obispos católicos acreditados para la evangelización de Oriente. Uno de ellos, el franciscano Fray Juan de Montecorvino (1247-1328), que vivió y murió en Beijing, en sus escritos describe haber visto las danzas del esqueleto como una invitación a la población para que la gente adopte un comportamiento más honesto y menos temeroso de la muerte.
Del siglo XIII también nos ha llegado un poema en latín de origen francés que se hizo popular, Vado Mori (preparándome para morir) en el que los personajes de distintas clases sociales expresan su temor por la muerte.
Un poema en inglés antiguo, titulado The Desert of Religion y publicado en un libro de 1425, usa el símbolo de un bosque para exponer la batalla espiritual del alma. En la ilustración se ponen versos del Vado Mori en boca del alma dejando el cuerpo.
En cualquier caso, el origen de las danzas de la muerte sigue siendo objeto de múltiples teorías. En Catalunya, en el pueblo de Verges (Girona), todavía se mantiene la celebración popular de origen medieval de la danza de los esqueletos, representada en la Semana Santa. Bailar con la muerte era una forma irónica de visualizar la vida como algo efímero y que esta debía asumirse con felicidad.
La mayor parte de les danzas macabras que nos han llegado a nuestros días son libros ilustrados y frescos pintados en espacios religiosos (iglesias,claustros, etc.)
La característica de estas representaciones es que la muerte se pinta como un esqueleto vestido o desnudo, a veces incluso con vísceras colgando o con los huesos bien definidos. Estos esqueletos se intercalan con personajes vivos de la época de todas las clases sociales.
Según los expertos, la danza macabra fue concebida como una advertencia para los poderosos y una fuente de consuelo para los pobres ya que la muerte les igualaba.
Su éxito social es que en el templo todos los asistentes podían sentir que eran mortales, con independencia de si eran ricos o pobres. Además en la iglesia, estos frescos recordaban la naturaleza efímera de la vida.
En estas danzas se pueden observar personajes de la jerarquía eclesiástica, de la realeza, de las clases burguesas, etc. pasando por campesinos ladrones o incluso niños.
A menudo los esqueletos se les representa con un instrumento musical para expresar el encantamiento necesario para llevarse a los vivos.
La muerte no mira el rango, ni la riqueza, ni el sexo, ni la edad de aquellos a quienes irá a buscar. Es un recordatorio de que toda persona está destinada a morir, sin excepción.
En algunos de estos frescos se pintaban versos en los que la Muerte se dirige a su víctima. A veces es en tono amenazante y acusatorio, también sarcástico y lleno de cinismo. En otras, el tono es de súplica y clemencia.
Algunos expertos señalan que las danzas macabras en sus inicios están relacionadas con la leyenda El Encuentro de los tres vivos y los tres muertos. En ella, tres caballeros que regresan de una cacería se encuentran con tres cadáveres. Los esqueletos se burlan de ellos diciéndoles: “Éramos lo que sois, lo que somos seréis”.
De esta leyenda encontramos representaciones pintadas en iglesias en el siglo XIII que la ilustran (en España, hay algunos ejemplos de ellas) así mismo también se encuentran algunos manuscritos impresos.
De ejemplos de manuscritos bellamente ilustrados en los que la muerte es la protagonista destacan los conservados en la Biblioteca Municipal de Lyon.
En la Biblioteca Nacional Francesa disponen de otro original del siglo XV, (aquí en formato PDF) sobre el encuentro de la muerte con los vivos bellamente ilustrado.
Al principio de este artículo ya hemos citado el libro de 1485 del impresor francés Guyot (o Guy) Marchand (Marchant) (de este original hay una traducción de los textos que lo ilustran aquí).
Otro, manuscrito no menos famoso es Der Doten dantz mit figuren. Clage und Antwort schon von allen staten der welt. Este libro ilustrado comienza con cuatro cadáveres tocando música, acompañados de otros tres bailando frente a una casa.
De esta obra nos han llegado dos ediciones ambas publicadas en Alemania, una de 1492 impresa por Jacob Meydenbach, en Mayence, y una segunda de 1520 impresa por Hans Schobser de Munich.
De unas décadas después se conserva otra obra atribuida a Hans Holbein el Joven de 1523 a 1526, que inicialmente fueron xilografías individuales y luego publicadas en forma de libro en 1538.
La serie de Holbein comienza con la primera aparición de la Muerte, tras la expulsión del paraíso y termina con la reverencia final de la Muerte en el Juicio Final.
A juzgar por las manifestaciones artísticas y culturales relacionadas con la danza macabra, el recordatorio básico de estas obras es que toda persona, con independencia de su posición social, va a morir, y no hay excepción alguna.
Sin duda, los frescos pintados de danzas macabras en las iglesias de toda Europa entre los siglos XV al XVIII es sorprendente. Algunos de estos murales pictoricos se perdieron, pero otros han llegado a nuestros días en Kermaria, en Francia, Lübeck en Alemania, Tallín en Estonia, Hrastovlje en Eslovenia, Nørre Alslev en Dinamarca , Malmö en Suecia, Clusone en Italia, etc.
El estado de conservación es variable, pero en general todas ellas permiten apreciar esta singular representación en la que los esqueletos se mezclan con las personas vivas de todas las condiciones sociales.
Como reconocen los estudiosos del tema, la muerte personificada en un esqueleto, bien con su constitución anatómica o en diversos estadios del proceso de putrefacción, se representa a modo del doble especular del vivo.
En una época de cambios, la representación de la danza macabra puede interpretarse como una forma de reivindicación frente a la jerarquización social de la época y de este modo se recordaba el poder unificador de la Muerte.
Además de los murales en las iglesias, el arte pictórico sobre lienzos de la época mantiene también su propia iconografía de representación de la muerte. Así encontramos temas como la muerte acosando a mujeres o el poder de la muerte representada como el personaje vencedor ya sea en solitario o incluso como ejército.
Algunos expertos observan que estos lienzos están influenciados por el arte de las danzas macabras. Entre estos tablones míticos con la muerte como protagonista destaca el de Pieter Brueghel de Oude (1526/1530-1569) apodado el Viejo, sobre un tablón pintado hacia 1562 titulado El triunfo de la muerte. En aquel, la muerte tiene su propio ejército implacable para llevarse a las personas vivas.
Las danzas de la muerte no siempre se asocian con frescos pintados. En España se conserva un poema alegórico y anónimo castellano del siglo XV escrito en dodecasílabos agrupados en coplas reales de seiscientos versos.
Se conoce como La Dança general de la Muerte, y su texto, en forma de diálogo entre la Muerte y treinta y tres personajes, sugiere la universalidad de la muerte y su poder igualador como hemos mencionado.
La danza macabra, más allá de los frescos de la Edad Media, como expresión artística tuvo todavía rescoldos en estilo barroco (siglos XVII y XVIII), de los que se conservan algunos lienzos de autores anónimos.
El romanticismo retoma el mensaje de la danza de la muerte y nos deja algunas obras en la literatura y la música. El poeta francés, Charles Baudelaire (1821-1867) compuso un poema titulado La danse macabre (aunque ya no se trata de un diálogo o interacción entre la muerte y los vivos).
Luego en el ámbito musical se componen obras sinfónicas con esta denominación. Es el caso de la suite musical compuesta en 1849 por el músico hungarés, Franz Liszt (1811-1886) titulada Totentanz.
Unos lustros después, en 1886, el pianista y organista francés Charles-Camille Saint-Saëns (1835-1921) también compuso un poema sinfónico titulado La danse macabre en el que el violín solista interpreta la expresión de la muerte el cual se va imponiendo al resto de los instrumentos, que representan a los vivos.
Y ya en el siglo XX, en los inicios del cine, la danza de esqueletos aparece en el corto Le Squelette Joyeux (1897) de los hermanos Auguste and Louis Lumière. Luego, Danza de la Muerte aparece como el título de una película de Fritz Lang, The Totentanz (1919). Y Walt Diseny creará un cortometraje animado con unos esqueletos danzantes, Silly Simphony -The Skeleton Dance (1929).
Este artículo se ha confeccionado a partir de la documentación de dos webs esenciales que recopilan información sobre este arte macabro: Dodedans y La Mort dans l'Art, así como del documental Danzas macabras, esqueletos y otras fantasías.
A modo de complemento recomendamos el artículo de Herbert González publicado en el número 11 de la Revista Digital de Iconografía Medieval en 2014.