Toda una vida es una película hecha de fragmentos de grabaciones domésticas con las que, a lo largo de doce años, la directora ha retratado a sus abuelos, Paco Coll y Trini Muñoz residentes en Benicarló.

Durante más de 60 años estos ancianos convirtieron su convivencia en una historia de amor de la cual su niet, la cineasta castellonense Marta Romero Coll (1986 -), captura diferentes instantes emotivos según su visión.

Un documental sobre los últimos lustros de una pareja que intenta salvar aquellos recuerdos atrapados en el tiempo que el Alzheimer amenaza con diluir definitivamente en la nada.

Cuando la directora empezó a grabar el día a día de sus abuelos, como un ejercicio para reflejar el amor que se tenían, no podía imaginar que iba a enfrentarse al registro de la pérdida de memoria causado por el Alzheimer de su abuela.                                

Lejos de retratar de forma lagrimosa y condescendiente el deterioro de una persona con esta enfermedad, la cámara de Romero se centra en “una historia de amor y de cuidados, porque su abuelo juega un papel crucial en la vida de Trini."

El anhelo de la directora sobre esta película es claro: "Me gustaría que quien viera la película pueda encontrar en TODA UNA VIDA a su propia familia. Porque esta historia no es solo el reflejo de la tristeza de una pérdida sostenida. Durante tantos años, no he estado registrando lo que se va, sino aquello que permanece."

Una vida que se va en buena compañía

Estamos frente a dos protagonistas que deben enfrentarse a dos realidades bien distintas, la vejez y la demencia. Mientras la abuela Trini se deteriora, Paco, con ochenta años pasados, debe ejercitar su paciencia en el cuidado de su esposa enferma en un geriátrico. Una realidad que la película de ficción, Vortex (2021) de Gaspar Noé, también capta con precisión.

Sin quererlo, esta propuesta fílmica nos sumerge en los retos de la asistencia y los cuidados en la tercera edad frente a una enfermedad devastadora. Una demencia que anula todo recuerdo en el paciente, incluso de sus personas más queridas.

La cámara es comporta como las páginas de un diario frente a la vida de sus abuelos y a la enfermedad. A su vez nos recuerda a través de fotografías del álbum familiar también la cotidianidad, los buenos momentos vividos por el matrimonio en un ejercicio singular de sinceridad, sin sensiblería.

Es un documental construido con mimo, lleno de detalles algunos de gran profundidad que quedan atrapados en la mirada atenta que pone la directora interactuando con los protagonistas.

Toda una vida destaca por la autenticidad de los momentos que atrapa y del montaje vital que nos propone a pesar de la demencia y donde el episodio de Covid-19, que también se infiltró en las grabaciones, agrava la situación de desespero por no poderse ver.

El documental nos adentra en la visión de dos mundos, la que cuida y la que es cuidada, la de uno y el otro, más allá de los eventos de la cotidianidad. Una invitación fílmica de la mano de una cámara sin pudor a la emotividad. 

Un documental en los que cada imagen, cada encuadre, cada palabra nos transporta a un universo esencial. Una historia protagonizada por el amor luchando contra el olvido de si mismo.

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