El estilo de un funeral debería adaptarse a las características vitales de la persona fallecida. Una ceremonia funeraria es un rito cultural con un guión personal, no uno de estandar como imponen las empresas funerarias.
El estilo de un funeral debería ajustarse a los gustos y valores de quién lo organiza y por la conciencia que las personas implicadas tengan de la muerte.
Una ceremonia funeraria (con presencia del difunto) o una ceremonia conmemorativa o memorial (sin el difunto porqué este ha escogido la cremación o inhumación directa o la donación del cuerpo a la ciencia) es en esencia un acto para celebrar la Vida de la persona que ha fallecido.
El relato vital de la persona fallecida constituye el eje del guion de todo rito fúnebre. Y este guion será determinante para crear una verdadera despedida emotiva y que abra el camino para un necesario buen duelo.
A lo largo de los últimos decenios las empresas funerarias no sólo han determinado los productos mortuorios, sino también algo que no les compete, que es el rito. Es cierto que hasta hace unas décadas estas empresas estaban al servicio de lo que mandaba la tradición religiosa.
El servicio funerario se limitaba a llevarse el cadáver del difunto, enferetrarlo, conducirlo a la iglesia y de esta al cementerio.
A día de hoy, la liturgia funeraria religiosa ha perdido peso y las funerarias lo han ganado con la invención de los tanatorios, con sus oratorios sea para ritos religiosos o laicos.
La aparición de los tanatorios o instalaciones de recogida, almacenamiento y vela del difunto ha dado más poder a las empresas funerarias.
Sus promotores defienden el poder concentrar todo el proceso funerario en una única instalación que regenta la propia empresa funeraria.
El sector funerario en manos del oligopolio
En la mayor parte de los países europeos la evolución socioeconómica de la sociedad también se ha manifestado en modificaciones legales que han regulado la prestación del servicio funerario.
La última modificación ha sido la de la liberalización del mercado funerario. Una liberalización a medida para que el oligpolio se haga con este gran negocio que hay detrás del morir, porqué todas las personas mueren.
En España a penas ha cambiado nada en el sector funerario desde mediados de los años setenta. Los cambios legislativos en este sector han sido mínimos y en cualquier caso han servido para consolidar un oligopolio basado en las empresas funerarias existentes desde tiempos históricos.
El modelo de los tanatorios junto con la falta de transparencia en el sector se ha consolidado ante la falta de motivación social por transformar desde la conciencia el negocio la muerte.
La muerte, como realidad sociocultural, está marcada por el silencio que se impone.
La rapidez a que las familias están obligadas a contratar el servicio funerario obligatorio (tramitación legal, transporte, inhumación o cremación) hace que no haya posibilidad de escoger, ni de buscar alternativas, ni de hablar de ello.
La muerte ha dejado de ser algo propio para convertirse en algo externalizado.
Pocas personas inciden en el diseño del proceso funerario, más que el de facilitar algunos datos a la funeraria para preparar los productos que ofrecen (guion de la ceremonia si esta no es religiosa).
Además, entre las empresas del sector hay una norma no escrita "la competencia comercial existe solo en la fachada".
Pedagogía de la muerte
Adentrarse en una nueva forma de afrontar la muerte exige una pedagogía que incite a pensar sobre el rito funerario.
Una pedagogía que enseñe a las pequeñas, que nos abra a pensar cómo nos gustaría la ceremonia de despedida, mientras estamos vivos.
Es así como poco a poco podemos empoderarnos frente a la muerte y gozar de una ceremonia de despedida a la medida de lo que sentimos y creemos.
Cuando asistimos a un "buen funeral" o una buena ceremonia conmemorativa (con o sin el cuerpo presente) esta sin duda es un bálsamo para el corazón, la mente y los sentidos. Hay todo tipo de ingredientes que pueden facilitar esta personalización de una ceremonia funeraria,
En el catálogo de los productos funerarios destaca el ataúd, la forma y los materiales determinan ya un estilo concreto. Podemos pensar que un buen funeral es el que va con un féretro de calidad.
Lamentablemente, el ataúd y su elevado coste es el arma de aturdimiento que provoca que todo lo demás quede en un segundo plano: la música en directo o grabada, los recordatorios, las flores, la preparación del cuerpo, la gestión administrativa, etc..
Al final todo esto son servicios complementarios porqué el verdadero coste está en el ataúd.
Cuando se acude a la funeraria la mayoría de las familias están bajo un impacto emocional de shock y no se está preparado para tomar muchas decisiones. Las funerarias lo saben y lo aprovechan.
Sin embargo, si se ha perdido el miedo a la muerte, pesar del dolor inevitable ante la pérdida, hay posibilidades para que el "cielo" al que queremos elevar a nuestro ser querido no esté tan limitado como se nos ofrece.
En el rito funerario, el ataúd permanece en el centro de la ceremonia, pero lo importante es lo que sucede en su entorno. De ahí que sea importante definir los "momentos" y cada una de las palabras y elementos que conformarán la ceremonia.
Disponer de una ceremonia planificada de antemano y, por tanto, que sea en conciencia, sólo es posible si se ha hecho previamente. En este proceso pueden ayudar las doulas de la muerte y las celebrantes.
Aunque la familia esté bajo los efectos de la pérdida de una persona querida, hay vida más allá de las empresas funerarias del oligopolio. Si hemos planificado en vida podemos elaborar una ceremonia acorde con los gustos de la persona fallecida o su entorno.
Las funerarias no valoran lo emocional sólo venden el protocolo
Los servicios funerarios ofrecen ceremonias estándares. Por ejemplo, en el servicio de interpretación musical en vivo, habitualmente hay uno o máximo tres músicos y una persona vocalista que está especializada en canto lírico (lo más demandado o lo que piensan las funerarias que encaja mejor).
La contradicción llega cuando la familia pide que un funeral el grupo de música en vivo interprete una canción de Bob Marley, puesto que era el ídolo para el difunto, y este lo interpreta en estilo lírico puesto que es la especialidad de la cantante del grupo.
La estandarización del ritual es lo que hace que al salir de una ceremonia funeraria convencional nos quede a menudo un sabor agrio.
Lógicamente, si se pudiera inhumar o incinerar pasados hasta siete días, tendríamos el margen de tiempo necesario para decidir todos los elementos que mejor satisfarían al difunto o a la familia de este.
La calidez de una ceremonia fúnebre que podemos observar por ejemplo en Francia respecto a la frialdad que impera en nuestro país, es que en aquel país, la familia se puede implicar a fondo porque disponen de hasta seis días hábiles para hacerlo.
Así que a lo mejor entre los amigos hay unos que pueden ir con su instrumental e interpretar una canción querida de forma sentida y personalizada.
En España, quiénes elaboran el guion de todo el rito en la ceremonia son los trabajadores de la funeraria (que ponen toda su buena voluntad sin duda, porqué no hay tiempo). Para trabajar en una funeraria española no se precisan estudios ni formación profesional específica regulada.
Por tanto, contra la premura a que nos somete el marco normativo español, su neutralización pasa por la anticipación. Y aún aceptando lo abusivo del mercado, tenemos un margen para que la ceremonia funeraria sea de nuestro agrado.
Organizar con estilo requiere un poco de tiempo
Para organizar una ceremonia funeraria con estilo hay que preverlo con tiempo suficiente, antes de que se produzca el deceso. Todo aquello que anticipemos contribuirá a una ceremonia personalizada y que facilitará que todos los asistentes a la misma salgan de ella reconfortados.
En España en general se sale simplemente con una cierta frustración por la falta de planificación.
Hay personas que conscientes de todo ello y en congruencia a sus principios han anticipado algunas opciones tales como haber comprado su lienzo mortuorio o mortaja, incluso la urna cineraria en el extranjero (puesto que en España sólo se venden en las funerarias a precio abusivo).
Todas las instrucciones básicas tales como, por ejemplo, que no se pongan flores, los versos o textos que quiere que se lean, que poner o no en el recordatorio o que tipo de recordatorio quiere, etc. requiere haber diseñado el guion de toda la ceremonia previamente.
Pensar el funeral en vida
Esta es la forma para quitar algunos de los límites al cielo actual. En definitiva, se recomienda pues, pensar en vida sobre la ceremonia de despedida que nos gustaría (aquí una pequeña guía), y escoger que elementos y preparar el guion de la misma.
Sin duda es un ejercicio personal recomendable, que no es fácil en la sociedad en la que vivimos, pero que nos acerca, como ninguna otra actividad cotidiana, al cielo al que más nos gustaría llegar.