Un funeral en vida (living funeral) es un ritual de despedida que se organiza cuando la persona aún está viva. En realidad, es un homenaje, como lo es un funeral, pero protagonizado por la persona que padece de una enfermedad terminal o a quién le queda poco tiempo para continuar en este plano de existencia.
Un funeral en vida es para celebrar la vida de quién está en proceso de morir. En cambio, los funerales tradicionales son para los sobrevivientes. Ambos son beneficiosos pero el primero rompe con los apegos que aparecen en muchas personas allegadas al difunto tras el funeral post mortem.
En algunas partes del mundo se practican funerales en vida. Existen algunos pueblos indígenas (1) que lo consideran necesarios para solucionar temas pendientes antes de morir.
Otros organizan prefunerales como en Corea del Sur o Japón, para simular la experiencia y prepararse mejor a ella. Una película, El último gran día (2009) mostraba un funeral en vida y el revuelo que causaba en la zona.
Un funeral en vida es una fiesta, una celebración de la Vida, una forma de entender la muerte como esencia vital. A continuación, se ofrecen algunas ideas para planificar el propio funeral en vida y facilitar una despedida hermosa.
Frente a un diagnóstico terminal toda persona experimenta una cascada de emociones. Un momento en el que hay que transmitir a los seres queridos que el final se acerca.
Pueden ser de la familia de las amistades, del entorno laboral, etc. y en todos los casos se crean impactos emocionales de alto voltaje.
Organizar un funeral en vivo puede ayudar a las personas a encontrar una sensación de cierre, de compartir vivencias, de sanar conflictos y de crear una oportunidad para fomentar el significado de su vida.
El funeral en vivo no es tanto pues como celebrar una despedida como abrir un espacio de convivencia en el que se puede resignificar el sentido mismo de la muerte como final de una etapa y tránsito consciencial.
Para la persona que se enfrenta al anuncio de su tránsito como para los que la rodean el funeral en vida es la oportunidad también para sanar y aceptar el morir como parte del vivir.
Una oportunidad para expresar y homenajear a la persona que va a fallecer y que tenga la certeza de todo el amor que le profesan todos los seres queridos y el recuerdo que les deja.
Cada vez más en muchas celebraciones, desde bodas a funerales sin el cuerpo presente, se organizan en casas de turismo rural, en jardines, en salas de fiestas, etc. En definitiva, se eligen lugares que tienen una significación para la persona que invita.
En el caso de un funeral en vida, se consideran lugares significativos aquellos que pueden ser espacios que ofrecieron un impacto emocional gracias a los recuerdos que acumulamos.
Los espacios físicos, ya sean naturales o arquitectónicos, pueden ser igual de importantes como las amistades que nos acompañan.
Por supuesto, es interesante considerar algunos aspectos prácticos tales como que sea fácil de llegar y accesible para invitados que pudieran tener movilidad limitada, etc. Cualquier espacio significativo sirve, desde un parque al aire libre a un bar favorito.
Cada cual puede considerar aquel espacio en el que mejor se sentiría rodeado de sus amistades y familiares. Estar al aire libre puede inspirar por la belleza, pero un espacio de ocio como un bar o restaurante puede recordar un evento compartido de alto valor nostálgico.
Organizar el funeral en vida en un espacio cultural puede darle un aparente aire más formal. Sin embargo, la sala en un centro cultural también puede ser un espacio práctico y económico y en el que la vivencia más íntima y lúdica puede quizás compartirse mejor que en un espacio de restauración.
Los funerales convencionales no hay interacción a penas, más allá de la formalidad final de dar el pésame a la familia. Para algunas personas que a lo largo de su vida han estado muy comprometidas con su comunidad la despedida en vida es más que recomendable.
En un funeral en vida, se brinda la oportunidad de que afloren las emociones con toda su intensidad. Y por tanto, es interesante que haya espacios para que estas puedan expresarse.
Por un lado, los invitados pueden desear dejar su recuerdo por lo vivido quizás en un libro, en un espacio digital en el que colocar imágenes y videos que después se pueden visionar de forma compartida.
Otras personas pueden considerar compartir objetos que les provoquen esa sensación de nostalgia que les inundará cuando la persona que transita ya no esté.
Pero, en cualquier caso, el funeral en vida es una celebración de lo vivido, una última gran fiesta. Y este aspecto no debe perderse, así que la intimidad, pero también la alegría, deben compenetrarse.
Música, baile, pero también lectura de poemas y reflexiones deben poder compartir espacio en esta última gran fiesta. Una gran fiesta, sí, pero es recomendable que las convicciones ecológicas que podamos tener puedan expresarse plenamente.
Hay muchas formas de crear un memorial en vivo con el objetivo de conectar. Por supuesto, la más obvia es ofrecer una plataforma para compartir historias y recuerdos.
Sugerir que los invitados escriban una carta con la opción y que luego una mano inocente escogerá algunas para leer en voz alta en el evento.
También se puede dejar una caja o un álbum en el que depositar fotografías de los momentos vitales compartidos.
Por supuesto, en las celebraciones actuales filmar el evento para que después pueda reproducirse es recomendable. En nuestro mundo una filmación se convierte en un recuerdo apreciado en el círculo más íntimo.
También se puede organizar una actividad más física como, por ejemplo, invitar a plantar un espacio natural o jardín que luego tome un significado más memorial.
O por que no, invitar a un muralista que pinte un motivo pictórico en una pared vacía de la ciudad o el pueblo en memoria de la persona, y que esta además podrá gozar todavía en vida.
Y finalmente, se puede adquirir el ataúd de cartón o de madera virgen para decorarlo con todos los seres queridos.
Sin duda, poder ver el ataúd con todas las frases y dibujitos que llevará el cuerpo sin vida de quién transita crea un gran sentimiento de amor.
En definitiva, un funeral viviente es tu fiesta y la de nadie más, y puedes hacer lo que quieras para celebrar la increíble vida que has vivido con quienes formaron parte de ella.
Este tipo de rituales son ceremonias altamente emotivas en las que los seres queridos y el moribundo conviven para expresarse todo su amor mutuo antes del tránsito.
En 1993, la actriz japonesa Takiko Mizunoe (1915-2009) celebró un “funeral en vida”. Tenía 78 años, estaba sana y era amante de la diversión. Así que convocó a participar en su funeral en vida y aprovecho, como anfitriona, para despedirse de sus seres más cercanos y queridos a su manera, riendo y llorando con ellos, disfrutando de sus homenajes y elogios.
Living funeral (2013) de Udoka Oyeka un corto nigeriano, disponible en Youtube, es un film que cuenta la inspiradora historia de Yvette, una joven que acepta la realidad de su batalla contra el cáncer de mama.
El film, retrata pues el increíble viaje de esperanza, valor y desesperación contado a través de los ojos de la hermana de Yvette (que en realidad es la misma actriz que la protagonista).
Ella está luchando contra el cáncer de mama y su cree que un funeral en vida le dará a su familia la oportunidad de celebrar su vida y aliviar el impacto de perderla eventualmente a causa de la enfermedad.
Es una opción que, escogida por una joven de hoy enfrentándose con valentía a su destino mortal, es heroica. No es habitual que los jóvenes tomen una decisión de este cariz.
Está claro que un funeral en vida es un oximorón, dado que el propio concepto encarna la ceremonia para despedir el cuerpo difunto. Pero, es precisamente esta contradicción en el término la que pone el elemento de debate principal: enfrentarse a un enfermedad terminal escogiendo despedirse en vida de familiares y amistades tiene mucho más sentido.
En cualquier caso, este corto se adentra de una forma innovadora también en el lenguaje fílmico lo cual le valió ocho nominaciones en el Africa Magic Viewers de 2013.