Por primera vez en la historia de la civilización humana actual, la vejez constituye, para la mayoría, una etapa de degradación paulatina asistida por una ingente medicación.

El lema más aclamado en la actualidad sobre la vejez es "vivir cueste lo que cueste". La inexorable finitud que constituye nuestra existencia es vista por la mayoría como algo retrógrado.

Envejecer es un arte y cultivar la serenidad en esta etapa vital es la clave para acercarse al buen morir. En lugar de emplear todas las fuerzas en destruir el envejecimiento, hay que alimentar conscientemente la vida que se labra cuando las arrugas agrietan la piel humana.

Casi un tercio de las personas mayores son dependientes
Fotograma de la película Arrugas (2011) de Ignacio Ferreras

Según datos estadísticos recientes, un 20,1 % de la población registrada en España eran personas mayores de 65 años y un 7,5 % de estos eran mayores de ochenta años. En 2022, la esperanza de vida al nacer se sitúa en los 83,08 años

Este más de un veinte por ciento de personas mayores constituye el 86% de todos los fallecidos en España en 2023 (la tasa de mortalidad en 2023 fue de 8,96 muertes por cada mil habitantes).

Muchas personas mayores valoran que no quieren terminar sus días en una residencia para ancianos con absoluta dependencia (un 30 % de la población de personas mayores son dependientes). El 32% de las muertes por suicidio son de mayores de 65 años.

En las sociedades occidentales se defiende la autonomía y autodeterminación de la persona exaltadas en las respectivas Constituciones. Hoy, en general, se muere mal, se muere en hospitales, rodeados de máquinas y sin el cariño de los seres queridos.

En los momentos finales de la vida de las personas mayores, cuando se trata de su muerte, hay discrepancias sobre el grado de autonomía y autodeterminación al que el individuo debe tener derecho. (1)

Autonomía aplicada al morir debería asumirse como una "buena muerte" o una "muerte digna". Pero pronto aparecen las discrepancias entre si esta será cuando Dios lo determine o cuando uno lo desea.

La vejez vista por los antiguos
La muerte de Séneca, del pintor Peter Paul Rubens (1577-1640), en un lienzo de 1613. Foto de Alte Pinakothek de Múnich.

El filósofo romano Lucio Anneo Séneca (c. 4 BC - AD 65), ya defendía en su época «se niega a vivir quien se niega a morir».

Los pensamientos de este filósofo sobre la muerte se leen, entre otras obras, en Epistulae morales ad Lucilium, 62-65 d. C. Existe una versión al castellano de una selección de estas cartas dedicadas a la vejez y la muerte bajo el título Cómo morir: Cartas sobre la vejez y la muerte (2024).

Séneca defiende en estas cartas que la muerte no es un mal, que es necesario tenerla presente en todo momento, que podemos contemplarla como un refugio, y que el suicidio es la máxima expresión de la libertad de hombre.

En otras palabras hace casi dos mil años los pensadores como Séneca valoraban que "hay que esforzarse en vivir bien, más que en querer vivir mucho tiempo."

Al fin y al cabo como señalaba Séneca a Lucilio (carta 11): "Es feliz el hombre que hace que otros sean mejores, no sólo cuando está presente, sino incluso en sus pensamientos. Y es también feliz el hombre que se comporta mejor sólo con el recuerdo de aquel a quien respeta. Quien admire a otro de esta manera no tardará mucho en ser a su vez igual de admirado."

Tenemos pues reflexiones de gran calado para que demos un giro radical a la forma en que gestionamos la última etapa vital de todo ser humano.

Pero para ello, deberíamos empezar en educar a otra forma de vivir y sobretodo mostrar que en la etapa de la vejez el cuerpo y la mente se van preparando para el final de vida. Eso sí, hay tantas opciones casi como seres humanos, pero hay una realidad común.

La vejez como período de agradecimiento vital permanente
Cada día cuando uno se despierta y puede contemplar lo que la Tierra nos ofrece a nuestro alrededor se renueva el compromiso para seguir gozando y colaborando a favor de la Vida.

En las cartas a Lucilio (carta 30), Séneca le comenta "Hay quien va a la muerte airadamente, pero no hay nadie que la reciba alegremente, salvo aquel que se ha preparado desde largo tiempo atrás."

Toda la filosofía y el razonamiento sobre la realidad en el mundo que habitamos llevan a un mismo punto: enseñarnos a no temer a la muerte.

No hay otra lección vital más simple: "mientras ignoramos la muerte dejamos de vivir con plenitud". De ahí que la vejez es la oportunidad para centrarse en salir del mantra que este "mundo es un valle de lágrimas".

Las lágrimas o el sufrimiento lo pone la persona libremente, la Vida, siempre pone por delante el deleite y el sorprendernos y maravillarnos en cada detalle.

En otra carta a Lucilio (carta 12) Séneca deja claro que "Hay que tratar cada día como si fuera el último de su tipo, como si redondeara y completara nuestra existencia." y lo remata con: «He vivido; cada día que uno se despierta es una ganancia».

Nuestra sociedad promueve la visión de la muerte injustificada o inesperada. Y es cierto que desconocemos el momento; pero cuando se vive intensamente, la muerte no es un problema.

Hay dificultad en pensar el tema de la muerte y el morir en sus aspectos relacionados con el propio proceso biológico y con sus múltiples significados espirituales. Morir en el siglo XXI es una realidad inquietante para muchas personas.

Es difícil de aceptar, pero se llega a la condición de senectud según como se ha vivido a lo largo de la existencia, y por supuesto, cómo se ha cuidado al cuerpo físico.

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