Uno de los retos que algunos diseñadores textiles se plantean es que la ropa con la que vestimos a un fallecido facilite una putrefacción libre de tóxicos que no contamina la naturaleza.
Los textiles funerarios de fibras vegetales que son biodegradables, como el lino, el algodón o el cáñamo, son los únicos que no contaminarán el suelo o la atmosfera.