Cafés mortels. Sortir la mort du silence
Cafés mortels. Sortir la mort du silence es un libro que marca un hito en la historia de romper el tabú de la muerte. Escrito por el sociólogo suizo Bernard Crettaz (1938 -2022) quién en 2004 inicia una actividad social denominada (Cafés Mortels) cafés mortales.
Los cafés mortales no eran más que reuniones de persones en la región francófona suiza (cantones cercanos a Ginebra) en un bistró donde los asistentes dialogaban abiertamente sobre la muerte.
Estas reuniones informales no tenían otro objeto que sacar a la luz los secretos que esconde la muerte y romper con el tabú y el miedo a morir que impera en la sociedad europea.
En estos encuentros de bistró, los participantes expresan abiertamente no sólo el dolor que han experimentado ante la pérdida de un ser querido, sino también sobre todo lo relacionado con el morir.
En seis años, Bernard Crettaz y su esposa su esposa Yvonne Preiswerk (1937-1999) organizaron cuarenta Cafés Mortales y movilizaron a más de tres mil participantes.
En Cafés mortels, Bernard Crettaz hace balance aquí de esta experiencia y recopila el entusiasmo y las vivencias que dejaron estos primeros encuentros íntimos para mirar la muerte cara a cara.
Se airearon muchos secretos protagonizados por la muerte, ya sea por suicidios, muertes infantiles, muertes accidentales, ligados a asuntos familiares no dichos, salidas o funerales que formalmente salieron bien, pero que escondían angustias cargadas de silencio.
Más allá de los testimonios de los que se hace eco el autor, Bernard Crettaz quién a lo largo del libro explica las reglas a seguir para que el discurso sobre la muerte se libere de discursos exclusivamente terapéuticos o institucionales.
Para el autor es vital devolver la muerte a su realidad irreductible, salvaje, brutal y escandalosa, esa dimensión que se abre a la vida y a la verdad.
La estela de este libro y la experiencia pionera
Tras la publicación de este libro, Jon Underwood, un diseñador inglés creará en 2011 la franquicia social denominada Death Cafe. En poco tiempo estas reuniones alrededor de pastas y té o café se extenderá por todo el planeta.
El modelo de reunión y diálogo de Bernard Crettaz era conducido por un facilitador que introducía un tema que servía para romper el hielo y abrir a las vivencias de los participantes. El modelo del Death Cafe es sin expertos y sin temario y abierto al sentir del momento.
De toda la experiencia que aporta el libro de Bernard Crettaz hay que destacar que "en el Café Mortal cada participante vive los intercambios según su propia sensibilidad y sus vivencias particulares. Se que los Café mortel son una de las numerosas ofertas culturales alrededor de la muerte, pero son lugares accesibles que permiten la entrada sin distinciones".
Es evidente que el café mortal no es más que un espacio de diálogo de los que se suceden en muchos bares. Pero en este los participantes se sumergen con la intención de afrontar la muerte, las muertes que acumulamos y los secretos que la muerte esconde.
"Del Café mortel, como de tantas otras manifestaciones parecidas, debe surgir de una cultura que pueda, de forma no vinculante, actuar como un nuevo ordenamiento del mundo de los vivos y el de los muertos. Es una utopía por el momento, pero es nuestro programa de trabajo".
El sentido profundo de los cafés mortales
En palabras del propio Bernard Crettaz: "Definí el Café mortal como un viaje hacia la verdad a través de la libertad del secreto. Vemos claramente que este camino no tiene nada asegurado.
Por varias razones, podemos dejar de celebrarlos, transformarlos en una nuevas verdades sobre nosotros mismos después de la liberación de algún secreto, o incluso creer, en cierta manera, que la persona muerta en realidad contribuye a sanar nuestra vida.
Sin embargo, tengo la “sensación” de que podría estar pasando algo más. Estoy barajando la hipótesis de que en un Café mortel sucede algo muy esencial sobre los vínculos con la muerte y desvelamientos sobre ella; así que este nos lleva a experimentar de forma más viva los vínculos entre la vida, el secreto, la muerte y la verdad.
¡Podríamos decir resumidamente que nuestro ser es individual! y lo social es una fabricación, un ensamblaje de piezas adjuntas, un bricolaje de identidades múltiples. Por tanto, el secreto es esencial para este desarrollo de la identidad.
El ser se construye cuando este se abre la manifestación de la esencia que nos habita. Cuando ocurre la muerte, hay a la vez una multiplicación de secretos por turno que la muerte revela como secretos ocultos, y una invitación a un desmantelamiento completo.
De hecho, la muerte coloca al ser en la posibilidad de una desnudez total, de un retorno al origen que puede romper todas las identidades fabricadas. Todos los que han tenido que afrontar este acontecimiento conocen bien este doble juego: la muerte te enseña grandes y terribles secretos, al mismo tiempo que da lugar a un movimiento para romper todos los constructos y todos los secretos.
En sí mismo y por ser muerte, todo se derrumba, vuelve al principio y puede reformularse en la autenticidad. Es un gran enigma que este vínculo entre muerte y verdad, entre este acontecimiento de oscuridad y noche y el surgimiento de la luz a través de una deconstrucción de todo lo que es. "
El Café mortel es el espacio donde la condición de temporalidad humana deviene necesaria para que sea posible la promesa de un comienzo asumiendo nuestro tiempo vital efímero. Y la muerte del otro es la ausencia y nos envía un mensaje de lo invisible que pone de manifiesto nuestra vitalidad.
Existe un perfil biográfico de Bernard Crettaz y de su pensamiento en el documental Crettaz, et comme l'espérance est violente (2023) del cineasta Nasser Bakhti.
En este film nos adentramos a modo de testimonio en la labor de este pionero que se rebeló contra el tabú de la muerte.
