Convertirse en un árbol tras la muerte es un concepto interesante pero es erróneo. Encima de un cuerpo en descomposición no puede crecer un árbol debido a que esta provoca un exceso de materia orgánica que es dañina para las raíces e impide el crecimiento de cualquier árbol.
Si el sustrato son las cenizas procedentes de la cremación hay que saber también que no hay que usar estas directamente para enraizar un plantón de árbol. La elevada alcalinidad de las cenizas debe neutralizarse con otros sustratos de suelo o de lo contrario se puede impedir el crecimiento del plantón.
En este artículo abordamos este tópico. Primero para aclarar que la fuerte carga de nutrientes y energía en la descomposición de todo cadáver esta impide el crecimiento de la vegetación a su alrededor durante un tiempo.
Si lo que se pretende es nutrir a un árbol con nuestros restos de cenizas entonces hay que tomar algunas precauciones. De hecho, algunas de las urnas diseñadas para hacer crecer un árbol ya contemplan cómo combinar las cenizas para que estas sirvan al mejor crecimiento de la semilla que se plante.
La idea moderna de convertirse en un árbol post-mortem fue iniciada en 2003 por los diseñadores italianos Anna Citelli y Raoul Bretzel, que crearon el concepto de Capsula Mundi para acercar a las personas a la naturaleza. La idea de ser enterrado directo al suelo es lo que se practica ya en los cementerios verdes.
Capsula Mundi propuso una cápsula biodegradable en forma de huevo donde las personas se colocan en posición fetal para ser enterrada debajo de un árbol de su elección. El proyecto pretendía modificar radicalmente el enfoque de la muerte reinterpretándola como viaje a través de los estados de la materia y en armonía con la naturaleza.
Dado que el ciclo biológico de la vida y sus transformaciones son iguales para todo ser vivo, la propuesta permitía alertar sobre que los humanos nos demos cuenta de nuestra parte integrada en la naturaleza: somos parte del ciclo de transformación de la naturaleza.
En este sentido la idea de esparcir las moléculas orgánicas del fallecido entre las raíces del árbol como una conmemoración de la vida del difunto, es sin duda realmente transformadora, pero mortal para el árbol.
La incongruencia del proyecto Capsula Mundi es que no valoraron el fenomeno de la llamada isla de descomposición que está provocada por el exceso de materia orgánica tras la descomposición, y que acaba por un tiempo con toda la vida vegetal a su alrededor.
Ciertamente, este efecto nocivo para el suelo con el tiempo se revierte. Poco a poco la materia orgánica se va mineralizando y facilitando que sea fértil de nuevo para la vida. Por eso no es recomendable poner un árbol directamente sobre un cuerpo en proceso de descomposición.
En cambio, con las cenizas, mezcladas con tierra, al ser una materia mineral es factible. Precisamente por ello, incluso los creadores de Capsula Mundi, reconvirtieron su proyecto hacia una urna biodegradable en forma de huevo y de este modo enterrarla pero sólo con las cenizas del fallecido.
La idea de que la descomposición de un cadáver facilitará el crecimiento de un árbol es en general errónea. También se hace creer a la gente que sus cenizas pueden alimentar y nutrir a un árbol ya que la materia mineral de la misma la reabsorben las raíces de la planta. Desafortunadamente, ese no es el caso.
Las cenizas de la cremación son esencialmente fosfato cálcico y este tiene una cierta alcalinidad que como sustrato único para una planta no es aconsejable. Si se mezclan con tierra de origen calcáreo entonces se neutraliza su alcalinidad y son usables. Por eso, en general dispersar las cenizas en la naturaleza o enterrarlas en un suelo junto a un árbol no es perjudicial para la planta.
Los restos procedentes de la incineración aplicados directos a las raíces de los árboles inmaduros los pueden "quemar". Quédense con la idea de que las cenizas al ser de base alcalina y extremadamente saladas, contribuyen a deshidratar el árbol. Si se planta el árbol joven directo a las cenizas sin que estas vayan mezcladas convenientemente con tierra, lo más probable es que no sobreviva el platón.
Ciertamente, ver el árbol como una conmemoración de la vida del difunto, como un ser a través del cual la materia orgánica del ser querido se expande y retorna a la naturaleza, es sin duda una idea potente. Así que la idea de que una persona fallecida realmente se convierta en parte del árbol es recomendable en condiciones.
Por eso la solución de incorporar cenizas pero separadas de las propias raíces de los árboles es lo que hay que hacer. En España hay tres empresas que ofrecen soluciones para incorporar cenizas como sustrato para hacer crecer un árbol en las mismas. Dos lo hacen con cartón la Bios Urn y la The Tree Remembers y una que es biosoluble por estar hecha con poso de café, la Koffie.
Bios Urn es la única que proporcionan una mezcla patentada de sustrato para que neutralizan la alcalinidad de las cenizas y ayudar a enmendar el suelo para un mejor crecimiento de la semilla de árbol que va con la urna. La Koffie proporciona instrucciones al respecto para plantar encima de la misma una vez enterrada en el suelo.
En los cementerios naturales que se preocupen por la seguridad ambiental y el bienestar de los árboles no realizan plantaciones sobre áreas donde haya inhumaciones de cuerpo entero recientes.
En primer lugar hay que saber que cuando de plantan árboles jóvenes estos precisan de una importante cantidad de riego al principio (hasta unos 20 litros por día y árbol. Esto crea un ambiente húmedo que debajo de los mismos crea condiciones difíciles no sólo para la descomposición sino que además puede suponer un lixiviado añadido nada despreciable para la seguridad de las aguas subterráneas.
Evidentemente, si se trata de áreas forestales en las que el entierro natural se realiza en zonas arboladas, entonces la situación es algo diferente. Los entierros naturales generalmente se excavan a una profundidad de no más de un metro y se pueden hacer en espacios más pequeños, como entre grandes sistemas de raíces de árboles
Sin embargo, en estos casos hay que conocer bien la plantación para que al cavar la fosa no se afecta de forma grave el sistema radicular de los árboles próximos, y si se trata de árboles ya bien establecidos.
Recordemos que un objetivo clave del entierro natural es alterar lo menos posible el medio ambiente y trabajar con las características de la tierra tal como es. En estos casos, también plantar un árbol en un área muy boscosa puede perturbar la flora y la fauna.
Los árboles jóvenes vienen con la masa radicular encogida, el llamado cepellón. Si lo colocamos encima de la fosa donde yace el cuerpo del difunto, cuando este plantón inicie el despliegue de las raíces se va encontrar con la ingente materia orgánica en descomposición. El exceso de nutrientes y energía va afectar a la viabilidad del árbol causándole probablemente la muerte.
Tomar un bosque y tratar de enterrar un montón de cuerpos en él, en última instancia, alterará la naturaleza. Por eso en los cementerios naturales hay una gestión importante con el fin de garantizar la conservación de los ecosistemas.
No debemos olvidar que el entierro natural y de conservación del espacio natural destinado a inhumación tiene también como objetivo proteger la naturaleza. En cualquier caso, esta opción del entierro natural de cuerpo entero en la naturaleza no está todavía disponible en España.