En el ámbito ecológico nadie cuestiona que las prácticas funerarias son lesivas para el medio ambiente. La crisis socioecológica cada vez más galopante, ha empujado a algunas funerarias a adoptar el lavado verde (greenwashing).
Dado que se fomenta la muerte como tabú se ha conseguido que a la mayoría de la población le aterrorice, a pesar de ser un proceso natural. Por eso, pocas personas analizan el vector ambiental en la industria funeraria.
Aquí detallamos algunas de las prácticas de lavado verde más comunes para hacer creer al consumidor que la funeraria también "piensa en verde".
El mundo funerario vive al margen de la sociedad, pero la ordeña sin contemplaciones. El Estado español lo sabe y lo facilita. En lugar de poner coto al desmadre fúnebre, pues se añade a la fiesta.
Por eso ha establecido que el impuesto sobre el valor añadido (IVA) de los servicios funerarios sea del 21 %, en lugar del 4 % de los básicos.
El Estado español facilita la opacidad del sector funerario manteniendo la Ley de Policía Mortuoria, vigente desde 1974.
Gracias a ella el oligopolio funerario puede exprimir a las familias sin miramientos. A diferencia de otros países europeos, donde entre el deceso y el funeral pueden esperar hasta siete días o más, en España el funeral se practica en 24 horas.
Esto convierte en rehenes a las familias que se encuentran en estado de shock. Dado que no se tiene tiempo para pensar en la despedida, entonces las funerarias asumen el control según sus preferencias y beneficios.
La ecología funeraria empezará cuando se pueda celebrar el funeral hasta siete o más días después del fallecimiento. Para organizar un funeral ecológico hay que tener tiempo. Sin tiempo no se puede pensar una ceremonia personalizada ni decidir con criterio los productos y servicios que interesen.
Las funerarias han protocolizado las ceremonias para que sean resultonas. Dado que estas provocan inconscientemente frustración, lo minimizan ofreciendo servicios de asistencia para el duelo.
Nadie se mete con las funerarias y estas han montado su negocio sobre el shock emocional. Lo hacen con vista para que su servicio se valore como excelente para la mayoría. Roban, y encima el cliente se siente bien atendido; un éxito empresarial, sin duda.
Entre las estrategias del lavado verde básicas está el ofrecer un catálogo de productos funerarios ecológicos como la urna para la incineración y el féretro de madera local para la inhumación.
Las urnas que se venden como ecológicas las hay de biodegradables en plásticos “comestibles”, pero de disolución lenta en el medio ambiente. También hay las biosolubles y de cartón para plantar semillas de árboles.
No explican que para plantar un árbol, las cenizas hay que mezclarlas con tierra vegetal y otros consejos. Plantar árboles con urna o sin urna es la práctica más extendida para argumentar que se apoya la ecología planetaria.
Las urnas biosolubles, a base de arena, sal o arcilla en polvo, según si son para depositar en el mar o en el suelo, se venden más caras ya que el margen comercial es menor.
Hay incluso una urna tecnológica, artística y sostenible (según sus promotores) que sirve para hacer crecer un árbol del género Catalpa, un producto exclusivo, el "Rolls Royce" de las urnas funerarias para plantar árboles con las cenizas.
En cuanto a los féretros para inhumación, actualmente, con que sean con barnices al agua y de madera local ya se venden como ecológicos pero lo dice el fabricante y uno tiene que creérselo.
Tampoco se explica que para incineración se podrían emplear ataúdes de cartón. No los venden porque el margen comercial no podría ser exquisito. Eso sí, en sus catálogos etiquetan urnas y féretros ecológicos que, a menudo no puede demostrarse que lo son.
Por ahora, no hay entidades independientes que certifiquen la veracidad de la calificación ecológica en productos del ámbito funerario. La Asociación para el enterramiento natural está en trámite de crear un distintivo de calidad para productos funerarios.
La cremación directa es uno de los tratamientos post mortem con más posibilidades para revestirse de una cierta pátina ecológica.
Aunque es un proceso intensivo en energía y que genera emisiones de efecto invernadero y tóxicas, la contaminación ambiental puede minimizarse.
En primer lugar sobre la incineración hay que saber sí el crematorio dispone de filtros en las chimeneas de evacuación de gases.
En segundo lugar, las cremaciones devienen menos contaminantes en emisiones si se programan de forma que haya la mínima pérdida de calor entre un servicio y otro.
En España no se da, pero el calor emitido por un crematorio bien gestionado puede canalizarse para aplicaciones que precisan de agua caliente.
La cremación directa sin enfriamientos entre servicios sería la opción más ecológica para el tratamiento post mortem de la incineración. Este servicio implica que la familia no asiste al crematorio dado que la incineración se programa en función de las cremaciones y no de la disponibilidad del cliente.
Eso no quiere decir que no se pueda determinar la hora y que opcionalmente la familia pudiera acercarse al mismo y que se emita un certificado de la trazabilidad operativa. El menor coste económico con el que se ofrece intenta evitar gestiones añadidas, más allá de entregar las cenizas con la urna escogida en el domicilio.
La cremación directa ofrece las mismas garantías de certificación que se entregan realmente las cenizas del cliente. Y las empresas que lo ofrecen hacen incapié en los ahorros energéticos, la fiabilidad y, por supuesto, la profesionalidad del servicio.
En cambio, la cremación directa cuando se ofrece con asistencia a la puesta del ataúd en el horno puede contradecir el espíritu de ahorro energético del propio concepto. Recordemos que España es el país con más hornos crematorios por cabeza del mundo.
Así reza el anuncio para enterrar en un cementerio español de lujo, con tumbas tipo "americano" a ras de suelo: “LA MEJOR DE LAS DESPEDIDAS: Su ser querido se merece un lugar donde se respete el mejor de su recuerdo.”
Los cementerios llevan el estigma de ser espacios mortales, provocadores de epidemias. Por eso a finales del siglo XVIII una Real Orden obligó a construirlos fuera de los cascos urbanos.
En realidad, la putrefacción se da en un terreno permeable, y eso es lo que especifica el artículo 50 de la Ley de Policía Mortuoria de 1974, así como que estuvieran alejados de las fuentes de suministro de agua.
Para evitarse estudios, analíticas y demás, las tumbas se revisten de hormigón y aunque no sea permeable, nadie cuestiona el impacto ambiental del hormigón.
Curiosamente, en países más lluviosos como el Reino Unido, hay casi 300 cementerios naturales donde se entierra directo al suelo. Nunca de han contaminado las aguas subterráneas dado que se ubican alejados de toda fuente de agua.
En España, la ley no obliga a hormigonar las tumbas, pero tampoco se autoriza el cementerio verde para el entierro directo al suelo, equipamiento que sería el método más ecológico de tratamiento post mortem.
Los recuerdos digitales es lo que más se vende como "verde". Así, por ejemplo, hay plataformas web para hacer un homenaje al fallecido; hay QRs para acceder a la biografía de la persona e incluso para subir fotos.
Se ofrecen libros de condolencias digitales y se entregan previo pago montajes digitales de la "vida" del fallecido a partir de los documentos aportados por la familia.
También se ofrece como ecológico visualizar en 3D el ataúd o incluso seleccionar en línea las prestaciones que el usuario quiera escoger.
En este sentido, estas tendencias de digitalización no son para nada opciones "ecológicas". La demanda energética de servidores en internet supone a menudo una huella ecológica superior a la de la impresión en papel.
En algunos cementerios el argumento ecológico es disponer de una app que geolocaliza las tumbas o nichos, que ahorran tiempo y energía a la familia.
El argumento de facilitar el acompañamiento funerario digital en el mundo occidental, y en especial de borrar la huella digital (1) ya forma parte de los avances tecnológicos que afectan a nuestra vida.
En cualquier caso, este tipo de servicios no siempre tienen buenas razones ecológicas que los soporten y al final no son más que tretas para vender con una pátina "verde".
Los hermanos cineastas, Laura y Alberto Caballero firman la creación televisiva Muertos S.L.. Se trata de una comedia negra en la que los protagonistas son las conspiraciones y las tretas comerciales en el mundo funerario.
Apréciese que casi todas las urnas de la imagen de anuncio de la serie no son ecológicas, puede que alguna sea biodegradable, pero sólo una de ellas es biosoluble. Y es que el margen comercial está en las urnas no ecológicas.
Toda la serie utiliza los tópicos de la industria funeraria convencional sin un solo ápice de ecología de por medio, y eso sí, mucha tanatopraxia (no tanto la sustitución de líquidos) y humor negro como publicidad.
La serie pretende normalizar la muerte y argumenta que el humor o incluso la fiesta no deben estar reñidas. Sin embargo, en la primera temporada estrenada el 4 de abril 2024 los funerales especiales o personalizados los han aplazado para la segunda temporada que está en marcha.
En cualquier caso, es interesante apreciar que el mundo funerario es consciente que está fuera de la evolución de la sociedad.
Esta serie toma el humor como arma para aflojar la tensión entre funerarios y ciudadanía consciente. En cualquier caso, riámonos y hagamos reír, pero no sin perder que el rumbo ya que los rituales funerarios deberían ser ecológicos al 100%.