Cuando el nacimiento en realidad es una muerte, este se convierte en una realidad dolorosa. El duelo por la muerte perinatal es difícil de afrontar y para la que no hay protocolos sanitarios para atenderla ni para gestionarlo
El duelo nos puede llevar a través de un paisaje interior que nunca hemos conocido, un paisaje que nunca hubiéramos deseado conocer. Un paisaje en el que el vacío que abre el ser perdido deja aflorar el amor que nos ha legado.